Todas las chicas se llaman Clara by Jordi Sierra i Fabra

Todas las chicas se llaman Clara by Jordi Sierra i Fabra

autor:Jordi Sierra i Fabra
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2015-05-25T23:00:00+00:00


14

Tres Claras

Salir por la noche me cuesta lo que se dice un huevo.

—¿Has tenido un accidente y sales de noche como si nada?

—Mamá, que eso ha sido por la mañana y ya ni me acuerdo.

—¿Y si te da algo, un subidón, con esa música a tope?…

—Papá, pero ¿qué dices?

Se miran.

Sufren.

Son padres.

—Por lo menos ya no voy en moto —trato de animarlos.

—Ah, pero ¿ibas en moto de noche? ¿No nos dijiste que nunca la cogías el fin de semana por si acaso?

Cagada.

Mejor no hablo.

—Era de broma, caramba. ¡Es que no pilláis ni una!

Los dejo resignados pero inquietos.

Si supieran que la angelical Estefanía ya se lo monta con uno, se morían.

A la calle Picasso número 9 llego en autobús. No está muy lejos. A tres paradas. Si tengo que volver tarde y a pie, son quince minutos. Como no sé la hora de inicio del fiestorro me presento de los primeros. Hay tan poca animación que opto por dar la vuelta a la manzana y quemar unos minutos. La casa, desde luego, mola. Es unifamiliar, dos plantas, con jardín a los cuatro lados. Como haya piscina en la parte de atrás, será demasiado. Los Arguindei, desde luego, están forrados. Yolanda debe de ser una pija.

Y aunque haya poca gente, a la siguiente vez que paso por delante, entro.

No pregunto por Yolanda.

Voy directamente a por mi objetivo y asalto a la chica que está en la puerta, que por cierto me recuerda a alguien vagamente.

—¿Ha llegado ya Clara?

—¿Qué Clara?

—¿Hay más de una?

—Tres.

Sopla.

¿A todas las madres les dio por la misma tontería hace diecisiete o dieciocho años?

—Pues… no sé.

—Está Clara Molas, Clara Porras y Clara Soler.

—Mi Clara me ha llamado para decirme lo de la fiesta.

—Ah, entonces es Clara Soler —me dice mi informante, que parece locuaz y simpática, apoyada en la puerta, como si esperase a alguien—. Es aquella.

Miro en la dirección que me señala.

Clara Soler es un bomboncito: menuda, vivaracha, cabello cortito, cuerpo de sirena, cara redonda.

—Gracias.

—Yo soy Yolanda —me dice ella dándome dos besos—. Bienvenido.

Ahora ya sé a quién se parece, claro: a la de la foto de la red social, solo que un poco más crecidita.

Y no, no tiene pinta de pija pija. Por lo menos no del todo. Más bien parece… irreal.

¿Y si dejo a las Claras y me paso a las Yolandas?

Me acerco a mi objetivo. Clara Soler habla con otra chica no menos atractiva. De hecho, todas lo son, como si las casas con piscina de la zona alta tuvieran un no-sé-qué especial. Pedigrí. De cerca parece más y más mona. Y digo mona, no guapa, espectacular o maciza.

Me paro frente a las dos y espero.

Hasta que me miran.

—Hola —le digo a Clara.

—Hola.

—Soy el de antes.

—¿Quién?

—Víctor.

—No conozco a ningún Víctor.

—Ya te lo he dicho.

—Oye, ¿me estás vacilando?

—No.

—¿Qué haces aquí?

—Tú me has invitado.

—¿Yo? —Se hace la luz en su cabecita pelicorta—. ¡Qué morro!

—Estaba solo en casa, colgadísimo.

—O sea que no eras Paco.

—No, no era Paco, ya te lo he dicho.

La chica que estaba hablando con ella dice algo y se va.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.