Tiempo de dinosaurios by Alex Scarrow

autor:Alex Scarrow
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
publicado: 2013-09-19T22:00:00+00:00

* * *

Avanzaron por la llanura hacia la línea costera en el horizonte, con Franklyn quejándose la mayor parte del tiempo sobre cómo Becks había echado a perder su oportunidad de estudiar a las criaturas de cerca. Llegado el mediodía, estaban de pie entre peñascos diseminados y contemplando una amplia playa de gruesa arena oscura y un plácido océano tropical, que enviaba suaves olas de espuma blanca que chapaleaban sobre los guijarros para retirase luego con un tranquilizador silbido.

—¿Entonces? —dijo Liam.

Becks estudió la vista panorámica durante un largo rato con los ojos entrecerrados.

—Treinta y tres kilómetros y setecientos noventa y seis metros en dirección nordeste respecto de nuestra posición actual.

Liam hizo una mueca.

—Así que está por debajo del agua, ¿verdad?

—Negativo —contestó ella, señalando en dirección al horizonte que tenían delante—. Esto es una gran bahía. Observa el horizonte.

Liam volvió a mirar, entornando los ojos. Entonces lo vio: una pálida línea de montículos bajos en el horizonte que él había asumido que eran nubes. Siguiendo la línea irregular de un azul grisáceo hacia la izquierda, ésta se hacía más clara a medida que se acercaba. La amplia playa que estaban mirando parecía prometer que se doblaba gradualmente hacia la distante estribación de tierra y que, si eran lo suficientemente pacientes con ella, terminaría por unirse con ésta.

—Recomendación: caminamos por la playa hasta la península que hay más adelante.

Liam señaló el bajo montículo de tierra con un gesto de la cabeza.

—¿Ése es le lugar al que tenemos que llegar?

Ella asintió con la cabeza.

—Información: la península está a una distancia de quince kilómetros y setecientos siete metros.

Whitmore asintió con la cabeza.

—Entonces, esa estribación tiene que ser lo que buscamos, ¿no? Eso es lo que un día se convertirá en el lecho de fósiles.

Becksy asintió con la cabeza con lentitud.

—Información: existe una probabilidad del noventa y tres por ciento de que tenga razón.

—¡Dios mío! —dijo él, rascándose la barba—. ¿Quién sabe? Puede que algunas de las huellas que veremos a lo largo de la playa allí abajo acaben por convertirse en los fósiles que hemos visto en los museos en nuestra época. —Abrió los ojos y sacudió la cabeza con incredulidad—. ¿Acaso eso no es una idea de locos? —le dio un golpecito a Liam en el hombro—. Si piensas demasiado en ello, lo de viajar en el tiempo puede hacer que te vuelvas loco.

Liam levantó una ceja.

—¡Ah! Sí, yo he tenido mis buenos dolores de cabeza pensando en ello, de verdad que sí.

Avanzaron dejando atrás los cantos rodados para llegar al terreno de guijarros.

—Esto es bueno —le dijo Becks a Liam señalando la playa—. No vamos a dejar huellas.

Él bajó la mirada. Becks tenía razón. La playa no era de arena, era de una gravilla que chasqueaba y se movía húmeda bajo sus pisadas, pero que no dejaba nada tan claro como una huella tras ellos.

—¡Ah, bien! —asintió él con la cabeza—. Bueno, ahí tienes, finalmente algo que te hará sonreír, ¿no?

Ella pensó en lo que Liam acababa de decir.

—Esto minimiza nuestro riesgo total de contaminación.

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