The Enemy of the People \ El enemigo del pueblo by Jim Acosta

autor:Jim Acosta
La lengua: spa
Format: epub
editor: HarperCollins
publicado: 2019-09-26T00:00:00+00:00

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Dictadores entre las democracias

Por muy radical que hubiese sido en ocasiones la política interior de Trump durante sus primeros dieciocho meses de mandato, su política exterior es quizá la que ha tenido un impacto más duradero, con el deterioro potencial de las alianzas estadounidenses en el futuro próximo. Aunque la enemistad con nuestros aliados más cercanos hubiese sido una realidad desde que Trump ocupó el cargo, fue en el verano de 2018 cuando presenciamos la culminación de su política exterior en su máximo esplendor con Kim Jong-un, el dictador norcoreano: Estados Unidos era ahora un país que no solo se sentía cómodo con los dictadores, sino que, en algunos casos, se mostraba más amable con ellos que con sus aliados más cercanos.

Básicamente esto alteró el enfoque en política exterior que habían mantenido tanto demócratas como republicanos desde después de la Segunda Guerra Mundial. No hacía falta ser muy listo para entender que las decisiones de Trump resultaran muy preocupantes para el cuerpo diplomático y para los expertos en seguridad nacional dentro y fuera del gobierno. Incluso dentro de la administración Trump, a los funcionarios de Seguridad Nacional les parecía alarmante que el presidente simpatizara de esa manera con los regímenes autoritarios, lo que explica la avalancha de filtraciones de llamadas telefónicas de Trump y sus interacciones con los líderes mundiales.

—Da igual que seas republicano o demócrata —me dijo en privado un antiguo funcionario de Seguridad Nacional de Trump. Acercarse a personas como el presidente ruso Vladimir Putin mientras se aleja de aliados como la Alemania de Angela Merkel es algo que el presidente de Estados Unidos no debería hacer. Este funcionario me contó que no entendía si Trump estaba realmente comprometido a proteger los intereses estadounidenses. Mucho antes de que el fiscal especial Robert Mueller completara su investigación, este funcionario confesó que no estaba seguro de por qué Trump estaba tan unido a la Rusia de Vladimir Putin—. No puedo responder a esa pregunta —me dijo, y me pareció una confesión increíble viniendo de alguien del ámbito de la seguridad nacional—. La verdad es que no lo sé.

Con el mundo constantemente bombardeado de noticias relacionadas con Trump, es normal olvidar las excentricidades del presidente durante sus primeras semanas en el cargo, cuando se ponía al teléfono con líderes extranjeros y dejaba a esos jefes de Estado en estado de shock por su manera poco convencional de hacer negocios. Ese funcionario al que acabo de mencionar dijo que él y otros compañeros se sentían constantemente incómodos con el comportamiento de Trump a la hora de tratar con sus homólogos extranjeros. Por ejemplo, están las conversaciones que Trump mantuvo con el primer ministro australiano y con el presidente mexicano, que fueron reveladas a menos de dos semanas después de que ocupara el Despacho Oval. Trump le reprochó al primer ministro Malcolm Turnbull un acuerdo de la administración Obama para acoger a refugiados de Australia, y se quejó de la inmigración, por supuesto, al presidente de México, Enrique Peña Nieto.

Trump no soportaba las filtraciones.

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