Tesla y la conspiración de la luz by Miguel A. Delgado

Tesla y la conspiración de la luz by Miguel A. Delgado

autor:Miguel A. Delgado [Delgado, Miguel A.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-31T16:00:00+00:00


26

En el exterior, había comenzado a nevar. Se trataba de una sensación extraña, que Edgar había conocido sólo cuando era muy pequeño. Tenía el vago recuerdo de haber abierto los postigos de su ventana y encontrarse con un espectáculo inédito, que le había hecho llamar a su madre a voz en grito para que compartiese su impresión:

—¡Mamá, mamá! ¿Qué le pasa a la calle?

Pamela había sonreído. Su pelo era maravillosamente rojo por entonces.

—Es nieve, Edgar. En Irlanda la veíamos muy a menudo.

—Es bonita.

—Para ver desde detrás de un cristal, sí. Cuando vives en una casa con apenas calefacción, llegas a odiar el color blanco, te lo aseguro.

—Pero aquí estamos bien, no hace frío.

Ella le pasó la mano por el pelo y lo atrajo hacia sí. Casi podía sentir de nuevo su olor, y un agudo sentimiento de nostalgia le invadió.

—No, Edgar. Aquí no hace frío. Aquí ya no.

—Chico, te veo absorto.

Edgar dio un respingo y se volvió. Tesla también se había acercado hasta el ventanal de la habitación en la que se había metido a hacer tiempo antes de ir a la cena. Se había levantado de un salto de la cama, sorprendido de haberse quedado dormido. Se había aseado y puesto la ropa que habían dejado para él, incluido un esmoquin y una pajarita que fue incapaz de atarse. Había abierto la puerta para buscar a alguien que le ayudase, y vio sorprendido cómo el autómata, que aguardaba en un rincón del pasillo, se dirigió hacia él nada más verle, el sonido de las ruedas al girar amortiguado por la alfombra.

Cuando llegó a donde estaba, inclinó la cabeza con las dos ranuras por ojos hacia él.

—Oh, disculpa… —dijo Edgar, señalándose los extremos de la pajarita sin anudar—. Sólo buscaba a alguien que me ayudara a…

Un zumbido surgió de la máquina, que alzó los dos brazos articulados. Edgar no pudo evitar un respingo al ver cómo las pinzas al extremo de las articulaciones mecánicas se dirigían hacia su cuello. Pero la aprensión desapareció en cuanto sintió las rápidas y hábiles manipulaciones. Fue algo vertiginoso; la máquina enseguida retiró los brazos y volvió a enderezarse. Su rostro liso e inexpresivo pareció evaluar su obra, y quizá incluso congratularse por el resultado. Fuera como fuere, lo cierto es que volvió a retroceder a su lugar de espera, y se quedó allí inmóvil.

Edgar se tocó el lazo. No estaba muy seguro de que aquella ropa pudiera sentarle bien a alguien que nunca antes había llevado un traje de semejante calidad. Todo lo más, alguno ligeramente superior a la media para acompañar a sus padres a la misa dominical. Sin embargo, cuando al cabo de pocos minutos volvió a salir de su habitación y bajó las escaleras, le asaltó un súbito sentimiento de seguridad en sí mismo, como si algo de la clase con la que estaba confeccionada aquella ropa estuviera filtrándose a través de la piel para revestir su cuerpo de joven atolondrado.

Era consciente de que iba adelantado a la hora en la que habían sido convocados, pero prefería aprovechar para conocer un poco mejor la mansión.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.