Terra Alta by Javier Cercas

Terra Alta by Javier Cercas

autor:Javier Cercas [Cercas, Javier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2019-10-31T16:00:00+00:00


* * *

Salen de Tortosa sin pronunciar una palabra, y sin pronunciar una palabra recorren los primeros kilómetros en dirección a Gandesa, hasta que, no lejos de Xerta, Salom se resuelve a romper el silencio.

—Deja de darle vueltas de una vez, ¿quieres? —dice—. Gomà tiene razón.

En el asiento del copiloto, Melchor mira fijamente al frente, como hechizado por el asfalto de la carretera, donde el reverbero del sol crea charcos temblorosos de agua ilusoria. A un lado y otro de la calzada se suceden hileras de naranjos que sobresalen de la tierra sedienta. Salom conduce con la mano derecha en el volante y con el antebrazo izquierdo en el reborde de la ventanilla. Todavía no han entrado en la Terra Alta.

—No sé por qué te pones así —prosigue—. Esto se veía venir desde el principio. Lo sabemos de sobra: si no aparecen pistas sólidas los primeros días, empieza a despedirte. Al final de la primera semana ya estábamos bloqueados, y a partir de ahí ya ha sido todo dar palos de ciego. Bastante ha hecho Gomà con lo que ha hecho. Lo normal hubiese sido cerrar el caso antes. Piénsalo bien, es lo que cualquier otro hubiese hecho.

—Este no es un caso normal —masculla Melchor.

—¿Por qué? ¿Porque salía en la tele? Cuentos. En el fondo todos los casos son iguales, por lo menos para nosotros. La única diferencia es que unos los resolvemos y otros no. Y este no vamos a resolverlo. No te lo tomes tan a pecho, no puedes dejar que cada vez que pasa una cosa así te salga el justiciero que llevas dentro. ¿Cómo lo llama Olga?

Melchor no contesta, ensimismado, sin apartar la vista de la carretera. Salom deja pasar unos segundos antes de reformular la pregunta.

—Javert —contesta Melchor—. Es el policía de Los miserables.

—Eso —dice Salom—. Como te dejes arrastrar por él, vas a amargarte la vida. La tuya y la de tu familia.

Otra vez en silencio, dejan atrás Xerta, cuyas casas parecen dormitar a la derecha de la carretera, en el bochorno vertical de las dos de la tarde, y, cuando ya no falta mucho para llegar a Benifallet, suena el móvil de Melchor. Es el sargento Blai, impaciente por saber qué ha ocurrido en la reunión con Gomà. Melchor se lo cuenta, esforzándose al máximo por mantener la ecuanimidad.

—¿Entonces se acabó? —pregunta Blai al final—. ¿Ha dado definitivamente carpetazo?

—Definitivamente no —contesta Melchor—. O eso dice. Pero, sí, de momento el caso está cerrado.

—¡Menudo hijo de puta! —exclama el sargento—. De todos modos, no será porque no te lo advirtiese, ¿eh? Cuando encontraron el cadáver del niño en Riumar, te lo dije: prepárate, esto es el final de lo vuestro. Y así ha sido. Los periodistas se tiraron sobre el caso y, ¿quién se acuerda ya del asesinato de los Adell? En cuanto dejó de aparecer en televisión, a Gomà dejó de interesarle. Así que allá va nuestro subinspector favorito cayendo con toda la caballería sobre el caso de Riumar, como loco por salir en la foto y por tapar su fracaso en un asunto ruidoso con otro más ruidoso todavía.



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