Su ángel vengador by Elle Kennedy

Su ángel vengador by Elle Kennedy

autor:Elle Kennedy
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2013-06-13T22:00:00+00:00


Quinn no llegó a dormir, pero al menos estuvo unas horas apartado de ella. Estaba realmente loca, pero no como creía su padre. ¿Cómo podía ocurrírsele que pudieran tener una aventura sin importancia? Entre ellos había demasiada pasión, demasiadas emociones y demasiados recuerdos.

Aunque seguía pensando que no era buena idea seguir al sheriff, no tenía elección porque sabía que Morgan iría con o sin él, así que prefería acompañarla.

Se presentó con pantalones vaqueros y botas de montaña.

—¿Piensas subir alguna montaña? —le preguntó al verla.

—La casa de Grady está en medio del bosque, no puedo ir con tacones.

—Espera, ¿sabes dónde vamos?

—Claro —sonrió—. Solo hay un Grady en el pueblo y resulta que es amigo de Jake.

Ninguno de los dos habló de lo ocurrido en el salón durante el camino hasta el coche, pero Quinn sabía que Morgan volvería a hablar de ello tarde o temprano porque cuando se proponía algo, no dejaba de intentarlo hasta conseguirlo.

Y parecía que ahora se había propuesto estar con él.

De lo que sí hablaron fue de ese tal Grady, que parecía ser un tipo bastante raro. Según le contó Morgan, Grady Parker nunca había tenido demasiados amigos, por lo que era aún más extraño que Jake y él se llevaran tan bien ya desde el instituto. Parecía ser que ya entonces Grady se había pasado el día escribiendo en su libreta negra, como si hubiese estado planeando algo. No había ido a la universidad, trabajaba en la fábrica de madera que había en el pueblo de al lado y seguía sin tener amigos.

Quinn siguió sus indicaciones para llegar a la finca donde vivía en medio del bosque. A unos cientos de metros de la casa principal, había una pequeña cabaña y, al ver el lugar, llegó a la conclusión de que aquel tipo debía de estar metido en algo ilegal.

No tardaron en encontrarse con un cartel que advertía: NO ENTRE SI NO QUIERE QUE LE DISPAREN. La gente normal no ponía ese tipo de carteles, sin embargo, los que cultivaban marihuana, por ejemplo, sí lo hacían. A Morgan no le extrañó su teoría.

Después del tercer cartel, paró el coche y siguieron andando.

Eran ya las diez y cuarto de la noche. Habían llegado tarde intencionadamente para que Jake estuviera allí.

—Bueno, acabemos con esto —farfulló Quinn.

El suelo estaba lleno de ramitas y de hojas secas, pero Quinn no hacía el menor ruido al caminar, los años de soldado y después de mercenario le habían enseñado a fundirse con el paisaje y a pasar completamente inadvertido. Morgan, por el contrario, no dejaba de charlar y de contarle cosas sobre su infancia.

—Calla un momento —le pidió suavemente.

Morgan se quedó muda en un instante.

Los años de experiencia también le habían enseñado a descubrir cualquier señal de peligro por lo que enseguida sintió que alguien los observaba. Al mirar a su alrededor vio una luz a lo lejos que procedía de la cabaña de la que le había hablado Morgan.

Pero el peligro que sentía no venía de allí. No, había alguien entre los árboles, cerca de ellos.



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