Solo si me amas by Claire Phillips

Solo si me amas by Claire Phillips

autor:Claire Phillips
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2016-10-26T22:00:00+00:00


Anna le subió la manta intentando mantenerlo caliente mientras le acariciaba el rostro intentando que supiere que estaba allí con él, que iba a salvarlo. Llegaron a la granja donde la señora Spencer les esperaba en la puerta claramente preocupada. Tras bajar a Calvin, el señor Spencer lo llevó al interior de la casa a una pequeña habitación que Anna supo sería de sus hijos y que la señora Spencer, mientras ellos iban a buscarlo, hubo acomodado a éstos en otro lugar para cederles la humilde pero cálida y caliente estancia a ellos.

El señor Spencer, nada más dejarlo en la cama y mientras se desprendía del abrigo y se remangaba la camisa, miró a uno de sus hijos que permanecía en el umbral, uno de unos catorce años que ella no había conocido y con voz calmada pero firme señaló:

-Pete, ocúpate del caballo y después asegúrate de que tus hermanos no alborotan y regresan a la cama sin rechistar.

El muchacho de inmediato desapareció mientras el señor Spencer comenzaba a desprender a Calvin de las ropas, a lo que Anna le ayudo presta. Tras inspeccionar la herida el señor Spencer miró a Anna:

-La bala ha salido y ha tenido suerte, ha atravesado la parte exterior del costado. Debemos cerrar la herida y evitar que pierda más sangre. Voy a tener que usar hierro candente, señora Billers, es el único medio de cerrar la herida y evitar infecciones. Es joven y fuerte, esperemos que no haya complicaciones.

Anna sentada en el borde del camastro junto a él, asintió al señor Spencer tomando la palangana de agua caliente y el paño que le daba la señora Spencer para limpiar la herida.

-Dora, pon en la lumbre el hierro, voy a por unas cuerdas para atarlo. Esto va a dolerle como mil infiernos.

Por la mañana, Anna miraba amanecer por la pequeña ventana de la habitación, sentada junto a la cama de Calvin que permanecía durmiendo con una ligera fiebre después de una mala noche que ella recordaría siempre como una de las peores, si no la peor, de toda su vida. En su cabeza se presentaban las imágenes de la misma. Limpiar la herida mientras la señora Spencer le ayudaba a sujetar a Calvin que se retorcía de dolor sin apenas abrir los ojos, el momento en que el señor Spencer cerraba ambos lados de la herida con el hierro candente con Calvin atado y gritando de dolor al hacerlo. El olor a carne quemada que impregnó la estancia unos minutos haciendo cruelmente patente lo ocurrido. El transcurrir de la noche mientras ella intentaba mantenerlo caliente y lo más inmóvil posible ya que el señor Spencer decía que así la herida se curaría antes y él sufriría menos. Los sueños febriles de Calvin en que llamaba a su padre, su abuelo, su hermano e incluso nombres que ella no reconocía, en más de una ocasión, de mujer.

Ahora, tras esas horas, esperaba, con el amanecer que empezaba a nacer, que Calvin despertase. Al escuchar ruido en la



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