Sociedad Literaria Tolbooth by Margarita García Gallardo

autor:Margarita García Gallardo [Gallardo, Margarita García]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Thriller
editor: Grupo Planeta
publicado: 2016-05-09T22:00:00+00:00

HUYENDO DE LA POLICE

Oh là là!, si alguien me hubiera dicho que, a mis años, iba a andar escapando de la police, jamás me lo hubiera creído. Es verdad que lord Greenwich siempre me decía que «su palomita» era capaz de hacer cualquier cosa, pero ni siquiera él hubiera podido imaginar que huiría de la policía como si fuera una delincuente. No sé si tendré las fuerzas suficientes como para escribirlo todo, pero como mi querido Leopold así me lo ha pedido, no me he podido negar. Solo tengo palabras de agradecimiento para él, por su actitud siempre cariñosa con Arthur y conmigo. Aunque eso no quita que me cueste muchísimo hacerlo. Nunca me ha gustado escribir. Me resulta muy pesado y trabajoso. Porque, digo yo, si Dios nos dio la lengua para que hablásemos, no sé por qué nos empeñamos en no usarla. Pero a veces hay que sacrificarse por la felicidad de los demás, y si esto es para hacer más feliz a mi sobrino nieto, lo haré de la mejor manera posible.

Como no sabía muy bien por dónde empezar, fue el propio Leopold el que me sugirió que comenzara por el momento en que, en compañía de la señora Arliss y la señorita Jervis, huimos por el pasadizo secreto de la biblioteca. Mon Dieu!, creo que no se debería llamar secreto, pues todo el mundo, incluso los criados, lo conocen. Por suerte, aquel estúpido policía no sabía de su existencia. ¿Cómo se llamaba?… ¿Rooth?…, ¿Roomy?…, no, creo que era Rothney o algo así. Bueno, da igual. De lo que estoy segura es de que era absolutamente tonto.

Aquella mañana, la señora Arliss y la señorita Jervis me acompañaron en un agradable paseo por los jardines de Cockpen Castle. Habían venido a visitarme para ponerme al día del avance de las investigaciones sobre la muerte de lord Greenwich. Cuando regresamos al interior del castillo, ¡zas!, allí estaba aquel policía esperándome para acusarme del asesinato de Arthur. La impresión que me produjo aquella noticia fue tan fuerte que a punto estuve de desmayarme. Gracias a Dios, la señora Arliss se encargó de hablar con él. No le debió de gustar mucho lo que le dijo aquel asno cuando tomó la decisión de que huyéramos de Cockpen Castle lo más rápidamente posible.

¡Oh, no crean que a mí me supuso ningún inconveniente!, ¡de ninguna manera!, ¡me pareció una excelente idea! Con personas como aquel inspector, incapaz de entrar en razón, lo mejor es tomar decisiones radicales. En cambio, la señorita Jervis, a pesar de su juventud, se alarmó, a mi juicio, demasiado por el rumbo que estaban tomando los acontecimientos.

—¿Cree que es una buena idea, señora Arliss? —preguntó abriendo mucho sus grandes ojos cuando entrábamos en el pasadizo—, ¿no sería mejor hablar de nuevo con él?

—Me temo que no —contestó la señora Arliss—. Con ese policía es imposible razonar y necesitamos un poco de tiempo para aclarar todo este asunto. ¿O prefiere que lady Greenwich pase la noche en un calabozo?

Creo que

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