Sobre los ríos que van by António Lobo Antunes

Sobre los ríos que van by António Lobo Antunes

autor:António Lobo Antunes [Lobo Antunes, António]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-15T00:00:00+00:00


29 DE MARZO DE 2007

Ahora que no deseaba nada y que todo le era indiferente no había pueblo ni Lisboa, había una mosca entre la cara y la mano frotándose las patitas y no necesitaba nada de nada a no ser ella, una compañía, una socia, tuvo miedo de que la mosca lo abandonase, le apeteció pedirle

—Quédate conmigo

porque no le interesaban las visitas como no le interesaba lo que había sido o el futuro que podría tener, años en una casa de provincia desmoronándose piedra a piedra en el interior de la hiedra, la mosca en uno de los párpados y él aliviado con la mosca, algo que se quedaba con él

—Cada vez duerme más

y no dormía, veía pasar el tiempo aunque el tiempo inmóvil y sus órganos inmóviles, el cerebro probablemente trabajando todavía puesto que se veía corriendo bajo la lluvia de abril camino no se acordaba de dónde o escribiendo a Dios por Navidad y Dios le respondía, cuando lo del tren eléctrico delegó en su abuela

—A él le parece muy caro

y le sorprendió que Dios atento a los precios y echando cuentas como ella en un cuaderno del colegio con una niña con trenzas que giraba un aro en la portada y la tabla de multiplicar detrás, la mosca cambió el párpado por el lavabo frotándose las manos con la misma energía y el niño toda la noche

—Pan pan

bajo la terraza sin dejarlos dormir con su súplica monótona hasta que la abuela le dio un trozo y él seguía mirándola sin aceptarlo, se escondía entre las higueras y regresaba al ocaso, no estaba solamente bajo la terraza, estaba en el gallinero, en el trastero, en lo que había sido el lagar y además del niño otros rastros de personas, no las viejas del chal, siluetas que se movían sin ruido entre los matorrales, la abuela señalando a una de ellas

—Mi padrino

bebiendo agua del cubo del pozo

—Nunca me has hecho caso Ofélia

con el golpe de navaja de una desavenencia en la cara y un colmillo rompiendo casi el labio

—Soy un colmillo

mientras nidos de cigüeñas goteaban chimenea abajo, cuando murió el abuelo le emocionaron los objetos en la mesilla de noche, sobre todo una pata de conejo que le daba suerte a la habitación, el espejo sin saber qué hacer

—¿Y ahora qué reflejo?

y lo reflejaba a él, aquí gordo y allí delgado debido a los efectos del esmalte, examinándose a sí mismo

—Buenas tardes Antoninho

la pata de conejo en el llavero, él imaginándose qué abriría y con miedo a girarla, probablemente detrás de las cerraduras el abuelo

—Ya no estoy aquí ¿no te has dado cuenta?

escondiendo una zapatilla bajo la cómoda, sacando un billete, acordándose de que difunto y dejándolo encima a medida que pensaba en el dinero de los muertos, de qué forma lo ganan y quién acepta sus monedas, el padre y el tío usaban sus ropas pero ninguno leía el periódico en la terraza, el señor Hélio llegaba al primer escalón, se acordaba del funeral, lo abandonaba con



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