Sin mar 1. A la de tres: ¡Te quiero! by Cherry Chic

Sin mar 1. A la de tres: ¡Te quiero! by Cherry Chic

autor:Cherry Chic
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Chick Lit
publicado: 2017-01-05T23:00:00+00:00


25

Lo único bueno de la noche que he pasado ha sido todas las guarradas que he soñado que Diego me hacía. ¿El resto? Un infierno. El culo no me duele tanto como me pica, lo que es un coñazo porque no puedo rascarme y, si eso es ahora, que estoy medio desnuda, no quiero imaginarme cuando me ponga el pantalón. Me pongo la crema y aprovecho para darme un masaje y apretar con las palmas de las manos, pero el alivio solo es momentáneo. Bajo las escaleras y me encuentro con que todos están en la cocina, lo que me viene muy bien porque anoche al final no hablé con mis hermanas del tema del vestido de Sara, así que lo hago ahora. Esmeralda se pone tontorrona con eso de que tiene mucho trabajo pero en cuanto Sara le dice que no se preocupe y que no hace falta que venga rectifica y dice que sí, que sí, que ella viene. Claro, ella es que es de no comer ni dejar comer y no se quiere quedar fuera, después de todo. Decidimos que iremos esta misma tarde porque al parecer Sara ya ha visto varios vestidos en la página de internet de una famosa tienda de la ciudad y va a intentar que le den cita. Conociendo el poder de persuasión que tiene no dudo que lo consiga y como en la tienda no me queda tanto me viene de perlas el plan. En el acto me doy cuenta de que entonces Diego no podrá venir así que le escribo un mensaje y le digo que mejor me espere en el restaurante, pero me contesta que no, que vaya a casa y nos hacemos unas pizzas o algo, que estará cansado porque hoy está de mañana en el restaurante ayudando y por la tarde de poli. Acepto, porque aunque no lo creas me he dado cuenta de que trabaja muchísimo y entiendo que quiera estar tranquilo, además que así veo a Nate también.

El día es tranquilo, pese a que Sara está nerviosa, Alex no hace más que quejarse de que odia trabajar de noche y Amelia está preocupada porque Erin, la pelirroja que nos trajo en nochebuena, parece tener problemas.

—Al final no nos contaste nada de ella —dice Esme cuando llegamos a la tienda de vestidos de novia.

Tal como yo intuía, Sara ha conseguido una cita sin problemas y nada más entrar nos derivan a unos sofás bastante cómodos y se la llevan para empezar a probarle vestidos y que salga con los que más le gusten.

—Uf, es largo —contesta Amelia—, pero es una vida muy complicada. Padre desaparecido, madre alcohólica y además enferma de sida. La chica se pasa en la calle la mayor parte del tiempo y solo tiene quince años.

—Es una edad muy jodida para estar en la calle —digo.

—Lo es —afirma Esme—. Espero que no acabe como todos los chavales que veo en los juzgados casi a diario.

—Ojalá pudiera quedármela —dice Amelia.

Sonrío y palmeo su pierna, porque sé que lo dice en serio.



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