Secta letal by Clive Cussler & Jack du Brul

Secta letal by Clive Cussler & Jack du Brul

autor:Clive Cussler & Jack du Brul [Cussler, Clive & Brul, Jack du]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Aventuras, Ciencia Ficción
publicado: 2008-08-15T22:00:00+00:00


20

—Espera un segundo —dijo Caballo, para centrarse en la situación.

Se encontraba solo en su camarote. Su mesa estaba cubierta de papeles que había desatendido durante demasiado tiempo. Pulsó el botón del intercomunicador para llamar al puesto de comunicaciones en el centro de operaciones.

—Sí, director —respondió de inmediato el supervisor del turno de noche.

—¿Cuál es el estado del chip de Max Hanley?

Cada miembro de la Corporación llevaba un microchip insertado quirúrgicamente en la pierna que transmitía una señal a la constelación de satélites de comunicaciones que daban vueltas alrededor del planeta. Alimentado por el sistema nervioso, con alguna ocasional recarga eléctrica como, por ejemplo, un marcapasos, el artefacto permitía a Juan saber dónde se encontraba cualquier miembro de su equipo a todas horas.

—No recibo ninguna señal. Espera. Allá vamos. El ordenador dice que el chip dejó de funcionar hace once minutos, a unos tres kilómetros del hotel donde estaba alojado con su hijo. El de Eddie funciona sin problemas. Lo tengo localizado en el centro de Roma, a unos cuatrocientos metros del Coliseo.

—Gracias. —Juan soltó el botón del intercomunicador y utilizó el teléfono de mesa, un aparato moderno pero con el diseño de un teléfono de baquelita de los años treinta—. El chip de Max no funciona.

—Ya me lo esperaba —respondió Eddie.

—Es así como os localizaron en Roma, ¿verdad? A Kyle le colocaron un chip cuando estaba en Grecia. Además tuvieron la precaución de comprobar si Max llevaba uno, por si acaso nosotros habíamos hecho lo mismo.

—Lo más probable es que se lo quitasen del muslo en el vehículo que utilizaron para la fuga.

—De todos modos, no debemos olvidar que incluso el mejor chip solo puede dar una ubicación aproximada, no tienen la capacidad de un GPS —señaló Juan.

—Por eso mismo creo que Kyle los ayudó. Cuando nos tendieron la emboscada en el ascensor del hotel nos llevaron directamente a la suite. No me pareció que Kyle estuviese muy drogado. Creo que se despertó durante el vuelo desde Creta y que fingió estar dormido durante la última parte del viaje. Estuvo a solas durante unos minutos en uno de los dormitorios mientras hablábamos con el doctor Jenner. Se suponía que estaba inconsciente, pero si estaba despierto, pudo haber llamado a Kovac o a alguien del movimiento y darles el nombre del hotel y el número de habitación.

—O sea que Kovac lo rastreó hasta Roma utilizando el chip y Kyle lo guió hasta el lugar preciso.

—Es la única manera de que todo esto tenga sentido.

—Solo por tocar las narices, ¿qué me dices de Jenner? ¿Pudo ser él quien chivó la información a los responsabilistas?

—Pudo hacerlo —admitió Eddie—, pero te aseguro que los odia tanto como un especialista en la rehabilitación de drogadictos detesta el crac. Además, tú no viste cómo Kovac lo golpeó con la culata de la pistola. No, está claro que Jenner está de nuestra parte en este asunto.

—Como te he dicho, solo lo preguntaba para tocar un poco las narices.

—Juan, corrieron un gran riesgo para recuperar al chico. No tiene sentido si Kyle solo es un adepto de poca importancia.



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