Sapukái by Guillermo Roz

Sapukái by Guillermo Roz

autor:Guillermo Roz [Roz, Guillermo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-02-01T00:00:00+00:00


BELLAS FAMILIAS DE LA OLD ENGLAND

Toda revolución nace de un mártir, y todo mártir debe ser esculpido en oro por su nuevo representante, por uno que en la vida corriente quede enarbolando su bandera y sople su aliento. Amigo, hermano, todo lo que Lito fue para Sapukái y para su grupo de amigos y vecinos, no se muere en Santa Ana, se transforma. Los compañeros de trabajo y los curiosos de aquella mecha que el gallego Brossa había encendido empiezan a imaginar revoluciones. De la mano de Sapukái, comienza la transfiguración de los hombres jóvenes, impulsados por la repugnancia y el sufrimiento. Con Lito se muere el niño Sapukái, y nace un desesperado por arrasarlo todo, sin miramientos, sin contemplaciones.

La leyenda de Sapukái corre como la pólvora entre los pueblos forestales. Por fin, había uno que se había plantado frente a los primeros explotadores, esos intermediarios roñosos que se hacían llamar contratistas. El muchacho no había dudado, había hecho lo que había que hacer, había cortado por lo sano. La cabeza incendiada de Zavala viaja a cada casa como un símbolo del cambio. Por fin uno que está dispuesto, que es decidido, que tiene la rabia necesaria. Los murmullos crecen en la selva, en los carros, en las fábricas, arriba de los barcos entre los estibadores, sobre las vías de los trenes que traen y llevan quebrachos. Hay rencor en las caras humilladas, dolor emergiendo de los brazos inflados de los campos y las selvas, y necesidad de gritar junto al nuevo hombre, al hombre nuevo, trabajado por la cruz terrible de la yarará y las manos estranguladoras de esa ternura degollada.

Los hacheros que han hecho desaparecer al monstruo sin cabeza hubieran querido dar un abrazo al degollador, tras el momento de la ejecución. Dos de los que presenciaron el acto todavía tienen las alpargatas salpicadas de aquella sangre y no dejan de mirárselas, como quien atesora un premio.

Llega mucha gente al entierro de Lito. El evento es una despedida, pero también la excusa para vislumbrar cómo seguirán las cosas. La eliminación del aborrecido inaugura la tarde con la alegría de una fiesta, y la fiesta trae al matarife. La gente quiere ver a Sapukái. Se espera que diga unas palabras.

Te fallé, no estuve ahí… Te traje hasta acá y te fallé.

Se lo dice al oído, Sapukái le habla al cadáver. Se culpa por haberlo dejado solo. Todo por meterse entre las piernas de la inglesita. Te fallé, las dos palabras le hacen eco adentro. Se quiebra, hunde los puños lastimados en el barro. Después se limita a ponerle la Bibla entre las manos rígidas, besarle la frente. Unas lágrimas le limpian la cara. Le pone una moneda sobre los labios que dice «Vale por un kilo de carne». Alguien había dicho que con eso se sobornaba a los del cielo para que lo dejaran entrar sin problemas. La moneda se vuelve también una medalla y un espejo para que se miren los que tengan valor.

Sapukái se deja estrechar las manos, oye varios pésames, no somos nada, te acompaño en el sentimiento.



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