Sangre en la nieve by Jo Nesbø

Sangre en la nieve by Jo Nesbø

autor:Jo Nesbø [Nesbø, Jo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2015-04-06T16:00:00+00:00


* * *

De regreso a casa pasé por el supermercado donde trabajaba Maria. Se me ocurrió que podría aprovechar para comprar la cena allí. Entré y cogí una cesta. Ella estaba sentada de espaldas atendiendo a un cliente. Caminé entre las estanterías y cogí palitos de pescado Findus, patatas y zanahorias. Cuatro cervezas. Los bombones de Kong Haakon estaban de oferta envueltos en papel navideño. Los metí en la cesta.

Me aproximé a Maria y la caja. Ahora no había nadie más en la tienda. Me percaté de que me había visto. Se había puesto colorada. Joder, no era tan extraño. No habría superado lo de la cena. Yo suponía que no solía invitar a tíos a cenar a su casa.

Me acerqué a ella y la saludé con un breve «hola». Miré el interior de la cesta mientras trataba de concentrarme en colocar los artículos —los palitos de pescado, las patatas, las zanahorias y las cervezas— en la cinta registradora. Sujeté entre mis manos la caja de bombones durante un instante. Vacilé. Aquel anillo en el dedo de Corina. Era él —el hijo, el amante— quien se lo había puesto. Así había sido. ¿Y qué pintaba yo regalándole una caja de bombones por Navidad, envuelta como si fuese el cetro de Cleopatra?

—¿Eso… es… todo?

Miré sorprendido a Maria. Había hablado. ¿A quién coño se le habría ocurrido que podía hablar? Había sonado extraño, pero había hablado. Eran palabras. Palabras tan dignas como las que más. Se apartó el cabello de la cara. Pecosa. Los ojos tranquilos. Un poco cansados.

—Sí —dije yo con énfasis y abriendo mucho la boca.

Ella sonrió un poco.

—Eso… es… todo —dije lentamente y con una voz demasiado alta.

Hizo un gesto interrogante con la cabeza mientras miraba la caja de bombones.

—Para… ti —se la entregué—. Feliz… Navidad.

Se tapó la boca con una mano. Y detrás de la mano su rostro pasó sucesivamente de una expresión facial a otra hasta mostrar más de seis. Sorpresa, confusión, alegría, incomodidad, cejas alzadas (¿por qué?), ojos entornados y sonrisa de agradecimiento. Supongo que cuando uno no puede hablar el rostro adquiere una gran expresividad. Uno aprende a interpretar una especie de pantomima que puede parecerle muy exagerada a alguien que no esté acostumbrado.

Le di la caja. Tendió una mano pecosa hacia mí. ¿Qué quería? ¿Tenía intención de cogerme la mano? La retiré. Asentí brevemente con la cabeza y me dirigí a la puerta. Sentí su mirada en mi espalda. ¡Joder, tan solo le había regalado una caja de bombones! ¿Qué quería la tía en realidad?



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