San Agustín by E. A. Dal Maschio

San Agustín by E. A. Dal Maschio

autor:E. A. Dal Maschio [Dal Maschio, E. A.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Espiritualidad, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-31T16:00:00+00:00


La situación habría de sufrir un cambio inesperado y casi definitivo en los años siguientes. En 312 subió al trono imperial de Occidente Constantino, considerado convencionalmente (y de forma más que discutible) el primer emperador cristiano, quien al año siguiente de su llegada al poder promulgó el Edicto de Milán. En él se reconocía la plena libertad religiosa en los territorios del Imperio, dando absoluta legitimidad al cristianismo, religión que resultaría además beneficiaria de una serie de legislaciones ventajosas aprobadas en los años siguientes.

Con el restablecimiento de la «normalidad», el cristianismo se veía en el trance de tener que dar respuesta a la misma disyuntiva que había provocado la persecución de Decio cincuenta años antes: ¿cómo tratar a aquellos que, durante la represión, habían abjurado de la fe para salvar la vida? La cuestión era particularmente grave porque entre los traditores (aquellos que habían entregado los textos sagrados a las autoridades paganas) se encontraban no pocos miembros del clero, y entre ellos algún destacado obispo. ¿Podían en tal caso volver a ejercer su ministerio y recuperar su poder espiritual? No debe sorprendernos que surgieran posturas encontradas al respecto, pero como sucediera medio siglo atrás, una Iglesia en construcción y sedienta de fieles acabó optando por un siempre oportuno «pelillos a la mar». El problema se planteó de forma práctica en 312 con la consagración de Ceciliano como obispo de Cartago, ya que en su ordenación había participado Félix de Apthungi, considerado culpable de traditio por los sectores más rigoristas. En respuesta a ello, ochenta obispos numidas se reunieron para declarar inválida la elección y nombrar como obispo legítimo de Cartago a Mayorino, al que poco después sucedió un enérgico Donato, que daría nombre a la Iglesia cismática.

San Se­bas­tián, miem­bro de la guar­dia pre­to­ria­na de Dio­cle­ciano, fue mar­ti­riza­do du­ran­te las sa­n­grien­tas per­se­cu­cio­nes de 303 acusa­do de ser cristiano. En la ima­gen, El mar­ti­rio de San Se­bas­tián, de El Gre­co.



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