Revista Orsai No 14 JULAGO 2013 by Hernán Casciari

Revista Orsai No 14 JULAGO 2013 by Hernán Casciari

autor:Hernán Casciari [Casciari, Hernán]
La lengua: eng
Format: mobi
editor: Editorial Orsai
publicado: 2013-07-30T22:00:00+00:00


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En la unidad de la tercera edad están sentados en círculo, haciendo ejercicios de memoria. Chus espera su turno acomodada en una silla, con sus rechonchas piernas estiradas, sus manos en los bolsillos huyendo del frío y sus pensamientos, sus profundos pensamientos, apartándola de la realidad. El ejercicio consiste en ir diciendo un objeto cada uno, de modo que cuando les llega el turno, además del que se les ocurra, deben repetir todos los que se hayan dicho antes. Hoy se trata de prendas. Cuando le toca a Chus ya se han dicho cuatro prendas, no está nada fácil. En un sublime gesto de concentración, Chus apoya su pequeña mano en la frente y se pone a pensar con tanta intensidad que se puede palpar el esfuerzo: «Jersey, pantalón, bata… y camisa». Lo consigue. Sonríe. Chus, ya lo dije, siempre sonríe.

Desde hace diez años, aproximadamente, la demencia senil devora insaciable su memoria. De un tiempo a esta parte Chus ha perdido sus facultades para recordar, hasta tal punto que ni siquiera recuerda lo que hizo ayer. En muchos casos olvida lo que acaba de suceder, por lo que suele entrar en bucles, preguntando o diciendo lo mismo una y otra vez. Cierto día, comiendo en mi casa, Chus repetía incansable una misma idea (no recuerdo qué decía exactamente) hasta que mi madre intentó cortar la retahíla: «Chus, las cosas se dicen una vez. No repitas más ¿vale?». A lo que Chus respondió: «Vale, ya no repito más». Y medio minuto después dijo: «Ya no repito más». Y otro medio después, «ya no repito más», y así entró en un bucle, repitiendo que no repetiría, digno de la mejor paradoja. Otros días Chus revive hechos pretéritos —se remonta años y años— y los comenta (de nuevo en bucle) como si acabaran de ocurrir. Sucedió un día, en su unidad, que no dejaba de repetir que le habían subido el sueldo (no era verdad, muy al contrario, y debido a la crisis, a la mayoría se lo habían rebajado). A su lado, un compañero también con demencia senil estallaba en enfado cada vez que la escuchaba: «¿Cómo que te lo han subido?», gritaba. Ella rectificaba, pero al cabo lo volvía a decir y su compañero —que también lo había olvidado— estallaba de nuevo. Así una mañana entera, en un tragicómico remolino. Esta incapacidad para retener la realidad a corto plazo impide a Chus desarrollar una vida normal, no puede mantener conversaciones como hacía antes y hay que guiarla a través de las palabras, dándole la mano, ofreciéndole cuestiones sencillas y evitando cualquier giro en la charla. Por ello la mayoría de respuestas que da están automatizadas y por eso, cuando se le exige, cuando se le obliga a recordar, sus esfuerzos son encomiables. Lo curioso es que las escasas veces que está enfadada (enfadada es una palabra sin duda muy grande para describir sus enojos, pero valga para entendernos) es cuando más lúcida está, cuando más y mejor responde. Yo de vez



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