Resplandor, El by Stephen King

Resplandor, El by Stephen King

autor:Stephen King [King, Stephen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Spanish, misterio
publicado: 2008-06-01T00:59:38+00:00


27. EL CATATÓNICO

Sin más calzado que las medias, Wendy corrió por el pasillo y bajó de a dos los peldaños de la escalera principal hasta llegar al vestíbulo. No le se le ocurrió levantar los ojos al tramo alfombrado que llevaba a la segunda planta pero, de haberlo hecho, habría visto a Danny en lo alto de los escalones, silencioso e inmóvil, con los ojos desenfocados clavados en el espacio indiferente, el pulgar en la boca, húmedos el cuello y los hombros de la camisa. En el cuello y bajo el mentón tenía amoratados magullones.

Jack había dejado de gritar, pero no por eso se amenguó el terror de ella. Arrancada del sueño por la voz de él, elevándose en esa vieja resonancia amenazante que tan bien conocía, aún tenía la sensación de estar soñando, aunque otra parte de ella sabía que estaba despierta, y eso la aterrorizaba más. Esperaba, temerosamente, irrumpir en el despacho para encontrárselo de pie borracho y confundido, sobre el cuerpo inerte de Danny.

Empujó la puerta y entró y ahí estaba Jack, frotándose las sienes con los dedos, con la cara de una palidez fantasmal. El aparato de radio estaba a sus pies, en un pequeño mar de vidrios rotos.

—¿Wendy? —balbuceó con inseguridad—. ¿Wendy...?

Su perplejidad parecía ir en aumento y durante un momento Wendy vio el rostro auténtico, el que su marido ocultaba en general tan hábilmente, un rostro desesperadamente desdichado, la cara de un animal caído en una trampa que excede su capacidad de comprensión y de la que no puede evadirse. Después los músculos empezaron a contraerse, a retorcerse bajo la piel, la boca se puso a temblar de una manera enfermiza, mientras la nuez se le sacudía convulsivamente.

La propia alteración y sorpresa de Wendy quedaron dominadas por la impresión: él iba a echarse a llorar. Ya lo había visto llorar otras veces, pero nunca desde que dejó la bebida... y jamás en aquellos días a no ser que estuviera muy borracho y patéticamente arrepentido. Él era hombre tenso, tenso como un parche de tambor, pero que perdiera el dominio de sí mismo volvía a asustarla.

Dio unos pasos hacia ella, mientras las lágrimas empezaban a desbordársele de los párpados inferiores y la cabeza se le sacudía involuntariamente como en un esfuerzo estéril por controlar la tormenta emocional. El pecho se le sacudía en una respiración convulsiva, jadeante, convertida en enormes sollozos desgarradores. Calzados con mocasines, sus pies tropezaron con los despojos de la radio y Jack poco menos que cayó en brazos de su mujer, haciéndola tambalearse hacia atrás, con su peso. Al recibir en la cara el aliento de él, Wendy no sintió ni asomo de alcohol. Claro que no; si no había bebidas allí arriba.

—¿Qué te pasa? —le preguntó sosteniéndolo lo mejor que podía—. Jack, ¿qué es lo que tienes?

Pero al principio él no podía hacer otra cosa que sollozar, aferrándose a ella hasta casi dejarla sin respiración, moviendo la cabeza sobre el hombro de Wendy en un gesto desvalido, como si tratara de apartar algo.



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