Rebelión a medianoche by Adrian Lara

Rebelión a medianoche by Adrian Lara

autor:Adrian, Lara [Adrian, Lara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástica, Narrativa
publicado: 2008-04-20T22:00:00+00:00


Capítulo diecisiete

Dylan estaba arrodillada en el suelo a los pies de la cama, recogiendo los cristales rotos, cuando las puertas acristaladas de la habitación se abrieron suavemente.

—¿Dylan?

Era una voz femenina, aquella que había oído hablar con Rio y con otro hombre en la habitación de al lado minutos antes. Dylan alzó la vista y se sintió al instante reconfortada por una mirada amable y cariñosa.

La hermosa joven le sonrió.

—Hola. Soy Tess.

—Hola. —Dylan apartó a un lado un trozo de vidrio y se inclinó para recoger otro.

—Rio me pidió que viniera a ver si estabas bien. —Tess llevaba consigo un pequeño maletín de cuero negro—. ¿Estás bien?

Dylan asintió.

—Es sólo un rasguño.

—Rio está realmente muy disgustado por lo que ha hecho. Ha tenido... algunos problemas últimamente. Desde que hubo una explosión en un almacén el verano pasado. Tiene suerte de estar vivo.

Oh, Dios. Eso explicaba las quemaduras y las heridas de metralla. ¿Una explosión le había hecho tanto daño? Entonces realmente era como si hubiese regresado del infierno.

Tess continuó.

—Su cerebro sufrió un traumatismo por la explosión y desde entonces sufre desmayos de vez en cuando. Además de eso, tiene fuertes dolores de cabeza, cambios de humor... bueno, creo que ya has podido verlo por ti misma. Él no quería hacerte daño, te lo puedo jurar.

—Estoy bien —dijo Dylan, que no estaba en absoluto preocupada por su mejilla—. Intenté decirle que no tenía importancia. El corte ya no sangra.

—Eso es un alivio —dijo Tess, mientras dejaba el maletín médico sobre el escritorio—. Me alegro de que no sea tan grave como temía Rio. Por cómo me lo describió por teléfono, pensé que al menos tendrías media docena de cortes. Un poco de antiséptico y una pequeña gasa bastarán. —Se acercó hasta donde estaba Dylan, recogiendo los pedazos de cristal roto—. Déjame ayudarte con esto.

Dylan advirtió que Tess apoyaba la palma de la mano sobre su pequeñovientre, ligeramente abultado. Estaba embarazada. No desde hacía mucho, pero irradiaba un brillo interior que no dejaba dudas al respecto.

Y la mano con que protegía la temprana cuna de la criatura tenía una marca de nacimiento. Dylan no podía dejar de mirar la lágrima y la luna creciente, de color escarlata de la mano derecha de Tess. Exactamente la misma marca que ella tenía en el cuello.

—¿Vives aquí? —le preguntó Dylan—. ¿Con... ellos?

Tess asintió.

—Vivo con Dante. Es un guerrero de la Orden, igual que Rio y los otros que viven aquí en el recinto.

Dylan señaló la diminuta marca de nacimiento que Tess tenía entre el pulgar y el índice.

—¿Tú eres su... compañera de sangre? —preguntó, recordando el término que había empleado Rio al ver su idéntica marca—. ¿Estás casada con uno de ellos?

—Dante y yo nos unimos el año pasado —dijo Tess—. Estamos unidos por un lazo de sangre que nos conecta de una forma aún más profunda que el matrimonio. Sé que Rio te ha contado algunas cosas acerca de la estirpe, cómo viven y de dónde vienen. Después de lo que te ha ocurrido aquí con él, estoy segura de que ya no albergas dudas acerca de lo que son.



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