Rastro en cielo by Smith Wilbur

Rastro en cielo by Smith Wilbur

autor:Smith, Wilbur [Smith, Wilbur]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
publicado: 2010-01-24T19:35:59+00:00


––Escuche, Connie: yo soy demasiado egoísta para compartir esto con nadie.

Las distracciones y el tiempo en sí mismo le permitieron a Debra recobrarse del fracaso de Un lugar propio en Estados Unidos. Súbitamente, una mañana se sentó ante su escritorio y comenzó a trabajar en su segunda novela. Esa noche le dijo a David:

––El mayor inconveniente es el título. Un libro es como una criatura: sólo comienza a existir cuando se le da un nombre.

––¿Lo tienes ya? ––inquirió él.

––Sí.

––¿Cuál es?

Debra vaciló, como avergonzada, antes de pronunciar el título ante otra persona.

––Pienso que podría ser Esa cosa brillante y sagrada. David estuvo pensando un rato, mientras repetía el título en voz baja.

––¿Te gusta? ––le preguntó ella ansiosamente.

––Es magnífico ––respondió David––. Te aseguro que me gusta de verdad. A partir de entonces Debra se enfrascó en su obra y los días les parecieron demasiado breves para contener tanto amor y alegría y realizar los trabajos en que estaban empeñados. El timbre del teléfono sonó cuando se hallaban ante el asador, en el jardín delantero. Como la llamada era insistente, David corrió hacia la casa.

––¿Miss Mordecai, dice usted? ––David estaba perplejo. Aquel nombre le era vagamente familiar.

––Sí. Hay una llamada personal para miss Debra Mordecai, desde Nueva York ––repitió la impaciente operadora. Por último, David comprendió realmente de quién se trataba.

––Un momentito ––dijo, y llamó a gritos a Debra. Por primera vez Debra escuchó la voz de Bobby Dugan:

––Asómbrate, muchacha ––gritó el agente desde el otro extremo de la línea––. Pero antes siéntate para no caerte de espaldas.

¡Tu papi te comunicará algo que te hará saltar de alegría! Cosmo- 253

politan ha publicado tu nota autobiográfica y una fotografía tuya a toda página. El éxito te aguarda. Dios mío, estabas para comerte…

Debra se echó a reír y le hizo una seña a David para que aproximara su oído al auricular.

––…el sábado se agotaron todos los ejemplares de la revista y el lunes la gente se agolpó ante las librerías y casi derribó sus puertas. Todo el mundo está entusiasmado con tu libro, querida. En cinco días se vendieron diecisiete mil ejemplares. De un salto te has situado en el quinto lugar en la lista de best-sellers del New York Times. Es un libro excepcional, monstruoso, fenomenal… Venderemos fácilmente medio millón de volúmenes. Los principales diarios y revistas nos lo reclaman, porque perdieron los ejemplares que les enviamos tres meses atrás. Doubleday está lanzando una nueva edición de cincuenta mil ejemplares. Yo les dije que no tienen sentido de la realidad y que deberían imprimir cien mil. Pero esto es sólo el comienzo, querida… La semana próxima la costa Oeste arderá de extremo a extremo y desde todos los rincones del país nos pedirán tu libro…

Bobby Dugan siguió hablando un rato en el mismo tono y proclamando a gritos sus planes y esperanzas. Mientras tanto, Debra sonreía suavemente.

––¡No! No puedo creerlo ––dijo––. Es imposible…

En la cena bebieron tres botellas de Veuve Clicquot y poco antes de medianoche Debra quedó embarazada.

«La obra de miss Mordecai está



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