Róbame el corazón by Sophie Saint Rose

Róbame el corazón by Sophie Saint Rose

autor:Sophie Saint Rose
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2017-08-19T22:00:00+00:00


Capítulo 8

Al día siguiente en la cama del hospital miraba sus manos mientras el médico le preguntaba cómo se encontraba sentándose a su lado. Su madre a los pies de la cama tenía los ojos llenos de lágrimas.

—¿Por qué lloras? —le preguntó sin mirar al médico—. Si yo me muriera tú te quedarías con todo.

—¿Por qué has hecho algo así, Carolina? —preguntó el médico.

—No he hecho nada. Solo me he tomado dos pastillas para dormir.

—El bote estaba vacío y en tus análisis hemos encontrado restos de otras drogas. En el lavado de estómago no hemos encontrado más pastillas, pero tus análisis indican que has tomado algo más. ¿Qué más has tomado?

—No lo sé. —Se encogió de hombros. —Qué más da.

Diana la miró angustiada. —Hija, ¿no lo entiendes? Has intentado matarte.

En ese momento se abrió la puerta y Alec que parecía agotado, entró en la habitación. Ella no quiso mirarlo y se volvió a mirar las manos. —¿No saludas a tu prometido?

—Yo no tengo prometido. Quiero irme a mi casa.

Alec miró a Diana que se echó a llorar de nuevo. Él le dijo algo al oído y su madre salió de la habitación de inmediato.

—No puedo darte el alta hasta que no pases un examen psiquiátrico.

—¿Ahora estoy loca? —Sonrió sin ganas apretándose el pulgar con fuerza. —Sí, igual si estoy algo loca. Es de familia, ¿sabe?

—Carolina…

La voz de Alec hizo que soltara sus manos intentando relajarse y el médico vio que cerraba los ojos. —¿Qué querías conseguir con esto?

—¿Morirme? ¿Esa es la respuesta correcta para largarme de aquí?

—No hay respuestas correctas. Sólo tienes que decir la verdad.

—Pues la verdad es que quería dormir y olvidarme de todo durante un rato. —Le retó con la mirada. —Quiero el alta. No puede retenerme. No he cometido ningún delito y quiero irme ya.

El doctor miró a Alec de reojo. —Como abogado de la señorita Chambers le aconsejo que traiga el alta de inmediato.

—Muy bien. —Se levantó preocupado. —Pero yo aconsejo un ingreso en el área de psiquiatría para una evaluación.

Alec le fulminó con la mirada. —Por encima de mi cadáver. Traiga el alta.

—La prepararé de inmediato. Usted sabrá.

En cuanto salió sonrió acercándose a ella y sentándose a su lado. —¿Cómo estás, nena?

—Bien. —Desvió la mirada, pero él la cogió por la barbilla.

—No vuelvas a hacer algo así jamás. Ahora te llevaré al apartamento y nos olvidaremos de esto.

—Papá…

—Yo me encargaré de esto. No quiero que pienses más en ello.

Carolina le miró con alivio. —¿De verdad?

Él sonrió y se acercó para darle un suave beso en los labios. —De verdad. Tú no tienes que preocuparte por nada de esto.

—No puedo implicaros más poniéndoos en riesgo. —Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Si me das las claves, yo me encargaré de todo.

—Ahora no son tu responsabilidad. Tu abuela está viva.

—Son mías. Me las he ganado con cada entierro al que he asistido —dijo mirando sus ojos—. Sabes que es cierto.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que la abuela desviará el dinero de nuevo para evitar que mi padre llegue a él.



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