Protagonista: la muerte by Burton Hare

Protagonista: la muerte by Burton Hare

autor:Burton Hare
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Policial, Novela
publicado: 1968-01-31T23:00:00+00:00


CAPÍTULO VIII

El teléfono me despertó a una hora francamente inmoral. Eran apenas las nueve de la mañana, de modo que cuando lo descolgué no estaba de mi mejor humor todavía.

—¡Habla Balinger! —grité destemplado—. ¿Qué demonios pasa?

—Alguien debería enseñarle modales —gruñó Alvin Solomon, y su voz retembló en mi oído—. Venga a mi despacho inmediatamente.

—Pero si ya estoy trabajando en el guión, palabra…

—¡Olvídese del guión y venga aquí!

Colgó furiosamente.

Bostecé, me duché, desayuné sin apetito y encendí el primer cigarrillo del día. Tras este acostumbrado ceremonial, anduve en busca del coche y emprendí el viaje a los estudios preguntándome qué nueva idea se le habría ocurrido al viejo «ogro» vociferante.

Cuando llegué ante su secretaria comprobé que seguía usando el jersey dos tallas más pequeño, aunque se trataba de otro ejemplar de un color rojo brillante.

—Demonios, dulzura, no comprendo cómo el viejo no te ha despedido ya… ¿O él no padece del corazón?

Me examinó como si tratara de descubrir ocultas cicatrices. Después susurró:

—¿La mataste tú, Ben?

—Seguro. No me gustó el color de su ropa interior y tuve que hacerlo. ¿De dónde has sacado esa idea?

—Bueno, fue casual que muriera justo cuando iba a tener su primera cita contigo.

—Siempre he sido un hombre afortunado. Excepto cuando he tratado de llegar a alguna parte contigo, por supuesto. Y ahora anúnciame al jefazo. Quiere verme.

—Ya lo sé. Por lo menos ha preguntado diez veces si habías llegado…

Habló por el interfono. Cuando estaba oyendo el vozarrón del «Hombre Grande de Hollywood», yo ya abría la puerta.

Alvin Solomon dejó de vociferar por el aparato y me miró.

—De modo que al fin ha encontrado el camino de esta oficina, Ballinger…, debe estar extenuado por el esfuerzo. Venga, acérquese.

Había dos hombres más en el despacho. Uno era Nelson Manning. Al otro no lo conocía, pero se trataba de un individuo joven, de cara pálida y ascética, grandes ojos oscuros rodeados de círculos amoratados, como si estuviera muy cansado, o soñoliento. Era un rostro aniñado e interesante, coronado por un matorral de revueltos cabellos negros.

El productor gruñó:

—Ya conoce a Manning. Éste es Jay Nutting.

De momento, el nombre no me dijo nada. El añadió, dirigiéndose a Nutting:

—Le presento a Ben Ballinger, el guionista encargado de convertir su libro en un film de éxito…

Entonces caí en la cuenta de que aquél era el autor de la monstruosidad en forma de libro.

El aludido se levantó. Era más alto de lo que parecía. Delgado, tenía una agilidad de movimientos casi sorprendente. Al hablar, movía unas manos largas y pálidas.

—Ya le he dicho que no va a hacerse ese guión, señor Solomon —dijo con voz monótona.

Enarqué las cejas. Con aquello no había contado.

—No creo que haya meditado su decisión, muchacho —rezongó Solomon, haciendo esfuerzos para controlarse—. Nadie rechaza una fortuna en concepto de derechos sólo por un estúpido motivo sentimental.

—No es un motivo estúpido. Además, no quiero discutir mis razones.

—Un momento —intervine—. Que alguien me aclare eso… ¿No se realizará la película?

—No —replicó Nutting.

—Sí —afirmó Solomon—. Es una decisión forzada por los acontecimientos. Cuando reflexione verá las cosas de distinta manera.



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