Presentes by Paco Cerdà

Presentes by Paco Cerdà

autor:Paco Cerdà [Paco Cerdà]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788420479101
editor: Alfaguara
publicado: 2024-09-29T00:00:00+00:00


Marcelino

Donde una puerta se cierra, otra se abre. Lo dijo don Quijote al avistar el yelmo de Mambrino. Y Marcelino cree mucho a don Quijote. Por eso le dice a su Benigna que no debe perder la esperanza, porque cuando se cierra una puerta otra se abre. Es cierto que ya les han cerrado unas cuantas. Por eso están como están: él, Marcelino Sanz Mateo, campesino de Alcorisa, cuarenta y cinco años y mirada de hombre recto, tirita bajo los Alpes franceses a 2.281 metros sobre el nivel del mar, allá donde mandan el frío, el silencio y la nieve. Cada día se desloma haciendo la calzada de una carretera de montaña. Una estrecha senda que atraviesa, en su cima, el túnel de Parpaillon, el único paso entre los valles de Ubaye y Durance. Marcelino se ha incorporado como voluntario a la Undécima Compañía de Trabajadores Extranjeros. Esa era la única forma de salir de la miseria y los piojos de Argelès-sur-Mer: el trabajo forzado. Convertirse en uno de los cincuenta y cinco mil españoles encuadrados en las compañías de trabajo que el Gobierno francés va montando para convertir el ingente exilio republicano en mano de obra barata, casi gratis, y militarizada. Así ha terminado él en este fin del mundo que es La Condamine-Châtelard, al borde de Italia, tan lejos del rastro mudéjar de su tierra natal. Le han dado una colchoneta, una manta, dos mudas interiores, una chaqueta y unos pantalones. No le dejan salir de allí. Le pagan dos reales diarios, menos de treinta francos al mes, y vive en una barraca provisional alejada de pueblos, aldeas o masías. Liberté, égalité, fraternité. Trabaja cada día con el Tiburcio, el Blanco, el Moquita, el Tinajero, Sebastián el Viejo, el Cantero, el Pollo, el Galgo, el Clemente, tantos otros españoles enrolados en este batallón de trabajo aquí, un mundo verde de macizos, collados, crestas, valles y cumbres, un país blanco de nieve dura, a veces áspera, otras fresca y untosa que aísla a los pastores de esta tierra olvidada, un punto en el mapa, un enclave de interés militar para la defensa nacional, solo eso y nada más. Es verdad que ya les han cerrado unas cuantas puertas, y por eso está como está también ella: Benigna Formento Espallargas, cuarenta y dos años y rostro de a quien ya no le importa su rostro, que pasa los días con desazón a ochocientos kilómetros de su marido en un hotel requisado de Mézin, la Aquitania francesa. Lo llaman El Refugio y está cerca de un cerrillo donde no crecen más que acacias, retama y zarzas. Aquí llegó en febrero con sus siete hijos tras pasar la frontera a gritos, como ganado sin cencerro. Allez allez, vociferaban los soldados franceses. Esa fue la primera palabra aprendida: allez. Venga, vamos. Cuando el autocar paró y al fin pudieron bajar, quedaron deslumbrados por la iluminación resplandeciente de esas cuatro palabras pintadas de blanco encima de la puerta de entrada: Hôtel de la Poste.



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