Doktor Faustus by Thomas Mann

Doktor Faustus by Thomas Mann

autor:Thomas Mann [Mann, Thomas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ficción, Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1947-01-01T05:00:00+00:00


XXVII

La copia de la partitura de «Penas de Amor Perdidas», ejecutada por el fagotista Griepenkerl, era una obra maestra en su género, casi sin una falta. Fue lo primero que me dijo Adrián, con visible satisfacción, al volver a encontrarnos. Me mostró, además, una carta que el copista, en pleno trabajo, le escribió y en la que, con gran inteligencia, ponía de manifiesto su entusiasmo por la obra y formulaba, a la vez, ciertas reservas. Le era difícil expresar, decía, hasta que punto la obra le interesaba por su atrevida concepción y por la novedad de sus ideas. La fina articulación de la factura, la versatilidad rítmica, la técnica instrumental gracias a la cual el complicado tejido de las voces no degenera nunca en confusión, la fantasía de la composición sobre todo, expresada en infinitas variaciones de los temas dados, eran admirables. Tómese como ejemplo —añadía— la semicómica y no por esto menos bella expresión musical de la figura de Rosalinda y de la pasión que Biron siente por ella, o la «bourrée» del último acto, verdadera renovación de esta vieja forma coreográfica francesa. Y proseguía diciendo que esta «bourrée» era como el compendio del elemento arcaico de la obra, elemento que tan atractivamente, y al mismo tiempo tan provocativamente, contrastaba con las partes «modernas» de la misma, libres hasta el extremo, rebeldes incluso a las reglas de la música tonal. Al llegar a este punto no podía dejar de expresar el temor de que estas partes de la obra, a pesar de su herética novedad, no resultaran más fácilmente asimilables que las otras, las que parecían ajustarse a un arcaico y exigente formalismo, y que a menudo adquirían una extrema rigidez, se presentaban como especulaciones mentales más que artísticas, como un mosaico tonal mejor adaptado a la lectura que al oído, etc.

Nos reímos los dos de buena gana.

—¡Cuando oigo hablar de oído…! —exclamó Adrián—. Para mí basta y sobra con que las cosas hayan sido oídas una vez, es decir, cuando nacieran en la mente del compositor.

Y al cabo de un rato añadió:

—Como si las gentes pudieran oír nunca lo que entonces se oyó. La composición musical consiste en confiar la ejecución de un coral angélico a una orquesta sinfónica. Además, los corales angélicos son altamente especulativos, a mi entender.

Por mi parte no aceptaba la distinción radical que Griepenkerl establecía entre los elementos «arcaico» y «moderno» de la obra. Ambos se influyen mutuamente y se entrelazan, dije yo, y Adrián pareció aprobar este juicio aun cuando mostrando pocas ganas de discutir lo que estaba ya terminado y condenado a quedar atrás. En mis manos dejaba el ocuparme de la obra, de lo que podría hacerse con ella o a quién podría ser sometida. Desde luego, deseaba que Wendell Kretzschmar la leyera y se la mandó a Lübeck, donde el tartamudo seguía dirigiendo la orquesta del teatro. Un año más tarde, ya en plena guerra, la obra fue estrenada en Lübeck, con un texto alemán en el que yo puse



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