Karl Marx by Isaiah Berlin

Karl Marx by Isaiah Berlin

autor:Isaiah Berlin [Berlin, Isaiah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias, Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1939-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO 6

1848

Gegen Demokraten Helfen nur Soldaten[8].

Canción prusiana

Libertad, Igualdad, Fraternidad… cuando lo que esta república realmente significa es Infantería, Caballería, Artillería…

KARL MARX, El 18 Brumario de Luis Bonaparte

El gobierno de Guizot expulsó a Marx de París a principios de 1845 como resultado de las notas oficiales en que Prusia había pedido el cierre del socialista Vorwarts, donde habían aparecido comentarios ofensivos sobre el carácter del monarca prusiano reinante. Originariamente, la orden de expulsión había de incluir a todo el grupo, en el que figuraban Heine, Bakunin, Ruge y varios otros exilados extranjeros menos conocidos. A Ruge no se le molestó porque era ciudadano sajón; el mismo gobierno francés no se aventuró a ordenar la expulsión de Heine, figura de fama europea que por entonces estaba en la cúspide de su talento e influencia. Pero Bakunin y Marx fueron expulsados a pesar de las vigorosas protestas de la prensa radical. Bakunin se dirigió a Suiza, y Marx, con su mujer y su hija de un año, Jenny, a Bruselas, donde poco después se le reunió Engels, que había retornado de Inglaterra con ese propósito. En Bruselas no tardó en establecer contacto con las diversas organizaciones de obreros comunistas alemanes, en las que figuraban miembros de la disuelta Liga de los Justos, sociedad internacional de revolucionarios proletarios con un vago pero violento programa, influida por Weitling; tenía ramas en varias ciudades europeas. Marx entró en relaciones con socialistas y radicales belgas, mantuvo una activa correspondencia con miembros de grupos similares de otros países y estableció una organización regular para el intercambio de informaciones políticas, pero la esfera principal de su actividad estaba entre los trabajadores alemanes que vivían en la misma Bruselas. Intentó explicar a éstos, por medio de conferencias y de artículos aparecidos en su órgano, el Deutsche Brüsseler Zeitung, el papel que les correspondía en la próxima revolución, que él, como la mayor parte de los radicales europeos, creía inminente.

Tan pronto como llegó a la conclusión de que la instauración del comunismo sólo podía llevarla a cabo un alzamiento del proletariado, toda su existencia se volcó en el intento de organizado y disciplinarlo para cumplir tal misión. Esta historia personal, que hasta este punto puede considerarse como una serie de episodios en la vida de un individuo, se torna ahora inseparable de la historia general del socialismo en Europa. Dar cuenta de la una equivale necesariamente, por lo menos en cierto grado, a dar cuenta de la otra. Los intentos que se hagan para distinguir el papel que desempeñó Marx en la dirección del movimiento mismo oscurecen la historia de ambos. La tarea de preparar a los obreros para la revolución era para él una tarea científica, una ocupación de rutina, algo que debía realizarse tan sólida y eficientemente como fuese posible, y no ya un medio directo de expresión personal. Las circunstancias externas de su vida son, por lo tanto, tan monótonas como las de cualquier otro dedicado estudioso, como las de Darwin o Pasteur, y ofrecen el más agudo contraste con la vida inquieta, sacudida por emociones, de los otros revolucionarios de su época.



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