Shakespeare by Bill Bryson

Shakespeare by Bill Bryson

autor:Bill Bryson [Bryson, Bill]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2007-01-01T05:00:00+00:00


¡Oh paradoja! Negra es la divisa del infierno,

color de las mazmorras y la escuela de la noche.

No es fácil dar con la interpretación exacta de «escuela de la noche» (existen otras grafías y, por tanto, interpretaciones del término; hay quien se decanta por scowl, ceño, por style, estilo, e incluso por suite, séquito). También es incierta la mención a principios de El mercader de Venecia de «mi espléndido Andrés, varado en la arena», que podría referirse tanto a un barco (español) como a una persona. No obstante, quizás el más ambiguo de todos los ejemplos sea el del célebre verso aparecido en la edición original en cuarto de 1608 de El rey Lear que reza, en inglés, «swithald footed thrice the old, a nellthu night more and her nine fold»[9], y que no tiene el más mínimo sentido a pesar de las sucesivas correcciones con que han tratado de enmendarlo los editores de los últimos cuatro siglos.

«Shakespeare no era ajeno a la prolijidad, a la oscuridad innecesaria, a la extravagancia expresiva, a la versificación pedestre y a la inelegancia verbal», escribe Stanley Wells. «Incluso en sus mejores obras lo entrevemos luchando por mantener la trama a costa del lenguaje, o permitiendo que su pluma lo acompañe en discursos más extensos de lo que la situación exige». Y mucho antes, Charles Lamb decía que Shakespeare «corre de verso en verso, atropella frases y metáforas; antes de que una idea acabe de salir del cascarón, ya ha incubado otra que está clamando por salir».

Shakespeare era admirado por sus contemporáneos a causa de la rapidez con que escribía y la pulcritud de sus copias, o al menos así nos lo han hecho creer sus colegas John Hemminges y Henry Condell. «Su imaginación y su mano corrían a la par», escribirían en la introducción del Primer Folio, «y lo que pensaba podía expresarlo con tal facilidad que apenas nos ha dejado un borrón en sus papeles». A lo que Ben Jonson replicó, exasperado: «¡Ojalá hubiera borroneado miles!».

Nadie asegura que no lo haya hecho. Si hay un sitio donde podemos atisbar a Shakespeare en su escritorio es en la versión manuscrita de una obra sobre la vida de Tomás Moro. Se trata de una obra muy trabajada, hecha a seis manos (uno de los autores fue Henry Chettle, el individuo que se disculpó servilmente con Shakespeare por haber publicado los Cuatro chelines de Greene) y que nunca llegaría a representarse. Dado que su protagonista era un católico apasionado y leal que desafiaba a la monarquía Tudor, resulta curioso que alguien hubiese considerado oportuno escribirla.

Algunos estudiosos abonan la teoría de que tres de las páginas que aún se conservan se deben a Shakespeare. De ser así, ofrecen una muestra muy interesante, porque carecen casi por completo de puntuación y la ortografía es de una liberalidad que quita el habla. La palabra sheriff (alguacil) aparecer escrita de cinco maneras distintas en sólo cinco líneas (como shreiff, shreef, shreeve, Shreiue y Shreue), estableciendo un récord incluso para los parámetros isabelinos de relajación y volubilidad ortográficas.



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