Pecados inconfesables by Gaelen Foley

Pecados inconfesables by Gaelen Foley

autor:Gaelen Foley [Foley, Gaelen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2005-01-01T00:00:00+00:00


9

Becky, ¿quieres hacer el favor de darte prisa? —gritó Alec por tercera vez desde el pie de la majestuosa escalera de mármol de Knight House.

—Un minuto… ¡Lo siento!

A Becky le palpitaba el corazón de la emoción cuando se miró en el espejo situado junto a la puerta abierta, aprovechando la última oportunidad para hacer una rápida inspección de su aspecto antes de partir hacia la casa de juego.

Después del día relajado que había pasado descansando y jugando a los disfraces con Alec, no podía creer su transformación. El vestido de la colección de su excelencia que él había escogido y que había insistido en que se pusiera constaba de un tul blanco sobre un cuerpo ceñido de satén rosa, y estaba adornado con cintas de color rosa oscuro alrededor del escote, las mangas y el dobladillo. Llevaba un bonito lazo pequeño atado en la parte delantera de la alta cintura, justo por debajo del pecho, pero la parte del atuendo que más le gustaba a Becky era la adorable toca de encaje de vivo color rosa y satén blanco.

El gran penacho de plumas blancas era un poco molesto, pero le gustaba la forma en que enmarcaba su cara, con sus rizos morenos balanceándose con garbo a los lados. Estaba tan elegante que casi sentía miedo de sí misma.

—Todo va a ir bien —susurró. Se aseguró de que no tenía nada entre los dientes y se alisó la falda.

—¿Hola? ¿Becky? ¡Me estoy haciendo viejo de tanto esperar!

—¡Ya voy!

Salió a toda prisa de la habitación temblando de vergüenza. Iba vestida como una duquesa y parecía una dama refinada de Londres, pero lo único que impidió que se sintiera como una absoluta farsante fue el brillo de admiración que advirtió en los ojos de Alec cuando recorrió su cuerpo con una mirada posesiva.

—Muy aceptable, chérie —susurró él.

Ella bajó la escalera corriendo, notando el tacto resbaladizo del pasamano bajo su mano enfundada en un guante de satén blanco.

—¿Estás segura de que esta corbata queda bien? —Su atractivo acompañante tenía el ceño ligeramente fruncido y tocaba con cautela el pequeño nudo de su corbata blanca mientras ella acudía a su encuentro.

—Ya te he dicho que sí. Bueno, he hecho todo lo que he podido.

Vestir a Alec había sido una de las cosas más divertidas que había hecho en su vida, y se había ganado aquel privilegio ya que su ayuda de cámara se había marchado hecho una furia hacía una semana, tras haber perdido la esperanza de cobrar las pagas atrasadas que le debía su amo. Una situación lamentable para un dandi de Londres.

—Volverá —le había asegurado Alec sonriendo—. Se ha convertido en una leyenda entre sus colegas por haberme vestido.

—Eres tan increíblemente modesto… —había bromeado ella.

—Gracias, señorita Ward. Lo intento.

Esa noche él lucía una chaqueta negra de etiqueta con faldones. El excelente corte de la prenda resaltaba la generosa anchura de sus hombros. Debajo vestía un chaleco de seda blanco. Llevaba sus ligeros pantalones de lana gris oscuro con una franja metidos por dentro de sus elegantes zapatos negros para mantenerlos lisos e impecables por delante.



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