Corazón de hielo by Gaelen Foley

Corazón de hielo by Gaelen Foley

autor:Gaelen Foley [Foley, Gaelen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2002-01-29T00:00:00+00:00


* * *

Al día siguiente por la tarde, la nieve caía de nuevo sobre Londres, pero en el interior de la mansión, el olor deliciosamente acre de la canela y el clavo de la cerveza especiada que hervía a fuego lento en la cocina impregnaba todas las habitaciones. Miranda disfrutó del placer de ayudar a la duquesa, a Lizzie y a lady Jacinda a decorar las estanterías y las repisas de las chimeneas para la celebración privada de Nochebuena que la familia iba a realizar el sábado por la noche. Las mujeres adornaron juntas las repisas de todas las chimeneas con ramas de hoja perenne, piñas y manojos de bayas de acebo atados con lazos dorados. Colgaron coronas en las puertas y pusieron luces en las ventanas.

Miranda cubrió con cintas y muérdago la imponente reproducción del águila francesa que Damien había atrapado en plena batalla. La duquesa había mandado al mayordomo que atara una ramita de muérdago en el piano de su marido para darle una sorpresa; entonces a Jacinda se le ocurrió la idea de realizar una función teatral en el salón después de la cena del sábado por la noche. Miranda aportó numerosas ideas y ayudó a Jacinda a planear las diversiones de la velada.

Mientras se movía atareada por el salón, colocó algunas ramas más en la repisa blanca labrada, en honor a la mujer del cuadro colgado encima de la chimenea. Le habían dicho que se trataba de un retrato de la madre de Damien, Georgiana, la última duquesa de Hawkscliffe. Miranda examinó el retrato por un momento. Engalanada con una alta peluca blanca y un vestido con miriñaque, la difunta duquesa parecía una persona digna de ser tenida en cuenta. En el ángulo de su barbilla se adivinaba el orgullo de aquella mujer, en sus profundos ojos azules, una misteriosa y chispeante inteligencia, y un ácido sentido del humor en el retal de seda con forma de estrella colocado ingeniosamente junto a su boca sensual.

Justo entonces apareció el señor Walsh para anunciar, para regocijo de Miranda, que habían recibido más prendas de su nuevo vestuario de las tiendas de Bond Street. Los criados llevaron las finas cajas blancas al elegante dormitorio que le habían asignado, y Lizzie y Jacinda subieron corriendo la escalera para ver las prendas terminadas. Miranda levantó rápidamente las tapas y retiró con cuidado el papel crepé, dejando a la vista tres vestidos de mañana colocados uno detrás de otro.

—¿Qué hay en esta? —preguntó Lizzie emocionada.

Miranda abrió la cuarta caja y contuvo la respiración.

—El vestido de paseo, creo. ¡Parece como si ya fuera Navidad!

—Abre esta —la instó Jacinda, deslizándole la última caja por abrir sobre la cama.

Ella levantó la tapa y sacó con delicadeza el vestido de la caja.

—¡Oooh! ¡Mi traje de montar!

—Entonces tal vez haya llegado el momento de que recibas tu primera clase de equitación —dijo una voz grave desde la puerta.

El corazón le dio un vuelco al reconocerla. Apretó el elegante corpiño marrón contra su pecho y al volverse descubrió a Damien apoyado despreocupadamente en la puerta, con el pulgar en el bolsillo del chaleco.



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