Panico nuclear by Tom Clancy

Panico nuclear by Tom Clancy

autor:Tom Clancy [Clancy, Tom]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Spanish
ISBN: 9788401491504
editor: Plaza & Janés
publicado: 2008-08-30T09:08:49+00:00


XX. RIVALIDAD

Al promediar la temporada de las ligas nacionales, los Vikings y los Chargers aún eran los mejores. Tras haber perdido contra Minnesota en tiempo de descuento, San Diego se sacudió la derrota y, a la semana siguiente, se desquitó contra Indianapolis, a quien sepultó 45 a 3, mientras los Vikings tuvieron que luchar contra los Giants en un partido de lunes por la noche, alzándose con el triunfo por 21 a 17. Tony Wills pasó mil yardas de rushing en el tercer cuarto del octavo juego de la temporada; ya era, en opinión de todos, el mejor de los nuevos jugadores del año, además de actuar como portavoz oficial en la campaña presidencial contra el abuso de drogas. Los Vikings tropezaron contra los Forty-Niners y perdieron 24 a 16, con lo cual quedaron a la par de San Diego, siete a uno. Pero el competidor más próximo en la primera división de la Liga eran los Bears. La paridad había desaparecido en el fútbol americano nacional. El único desafío serio provenía, como siempre, de los Dolphins y los Raiders; los dos estaban en el carnet de baile de los Chargers para el final de la temporada.

En todo ello no había nada que reconfortara a Ryan. Le costaba conciliar el sueño, pese a la fatiga envolvente que caracterizaba su vida actual. En otros tiempos, cuando los pensamientos asediaban sus noches, se asomaba a las ventanas que daban a la bahía Chesapeake para contemplar los barcos que navegaban, a pocos kilómetros de distancia. Ahora permanecía sentado, con la vista perdida en el vacío. Sentía las piernas cansadas y débiles, siempre fatigadas, a tal punto que ponerse de pie requería un esfuerzo consciente. Sentía malestares estomacales por la acidez producida por la tensión y aumentada por la cafeína y el alcohol. Necesitaba dormir, dormir profundamente para relajar los músculos; necesitaba dormir sin soñar para liberar la mente de las decisiones diarias. Necesitaba ejercicio. Necesitaba muchas cosas. Necesitaba volver a ser hombre. En cambio tenía insomnio, una mente que no dejaba de revolver los pensamientos del día y los fracasos de la noche.

Jack sabía que Liz Elliot lo odiaba. Hasta creía saber por qué: por aquel primer encuentro en Chicago, pocos años atrás. Ambos estaban de mal humor y la presentación estuvo llena de palabras ásperas. La diferencia estribaba en que él tendía a olvidar la mayoría de desdenes, mientras que ella no. Y Liz Elliot se hacía escuchar por el presidente. Por causa de ella, el papel desempeñado por Ryan en el Tratado del Vaticano permanecería ignorado siempre. Lo único que había hecho con independencia de su trabajo en la CIA. Ryan estaba orgulloso de su trabajo en la CIA, pero no ignoraba que era estrechamente político o estratégico, destinado al mejoramiento de su propio país, mientras que el Tratado del Vaticano era para el mejoramiento del mundo entero. Su única y orgullosa contribución a la Humanidad, perdida, atribuida a otros. Jack no quería todo el crédito para sí; la obra no era exclusivamente suya.



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