Oralidad y escritura by Walter J. Ong

Oralidad y escritura by Walter J. Ong

autor:Walter J. Ong [Ong, Walter J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Crítica y teoría literaria, Comunicación
editor: ePubLibre
publicado: 1982-01-01T00:00:00+00:00


ALGUNAS DINÁMICAS DE LA TEXTUALIDAD

La condición de las palabras en un texto es totalmente distinta de su condición en el discurso hablado. Aunque se refieran a sonidos y no tengan sentido a menos que puedan relacionarse —externamente o en la imaginación— con los sonidos o, más precisamente, los fonemas que codifican, las palabras escritas quedan aisladas del contexto más pleno dentro del cual las palabras habladas cobran vida. La palabra en su ambiente oral natural forma parte de un presente existencial real. La articulación hablada es dirigida por una persona real y con vida a otra persona real y con vida u otras personas reales y con vida, en un momento específico dentro de un marco real, que siempre incluye más que las meras palabras. Las palabras habladas siempre consisten en modificaciones de una situación total más que verbal. Nunca surgen solas, en un mero contexto de palabras.

Sin embargo, las palabras se encuentran solas en un texto. Es más, al componer un texto, al “escribir” algo, el que produce el enunciado por escrito también está solo. La escritura es una operación solipsista. Estoy escribiendo un libro que espero sea leído por cientos de miles de personas, de manera que debo aislarme de todos. Mientras escribo el presente libro, he dejado dicho que no estoy durante horas y días, de modo que nadie, incluso personas que probablemente leerán el libro, pueda interrumpir mi soledad.

En un texto incluso las palabras que están ahí carecen de sus cualidades fonéticas plenas. En el habla oral, una palabra debe producirse con una u otra entonación o tono de voz: enérgica, excitada, sosegada, irritada, resignada o como sea. Es imposible pronunciar oralmente una palabra sin entonación alguna. En un texto, la puntuación puede señalar el tono en un grado mínimo: un signo de interrogación o una coma, por ejemplo, generalmente requieren que la voz se eleve un poco. La tradición de la escritura, adoptada y adaptada por experimentados críticos, también puede aportar algunos indicios extratextuales de las entonaciones, aunque no totalmente. Los actores pasan horas diciendo cómo pronunciar en realidad las palabras del texto que tienen frente a sí. Un pasaje dado puede ser recitado por un actor con gran sonoridad; por otro, con un susurro.

No sólo los lectores, sino también el escritor, carecen del contexto extratextual. La falta de un contexto comprobable es lo que normalmente hace mucho más penosa la actividad de la escritura que una presentación oral ante un público real. “El público del escritor siempre es imaginario” (Ong, 1977, pp. 53-81). El escritor debe crear un papel que pueda ser desempeñado por los lectores ausentes y a menudo desconocidos. Aun al escribir a un amigo íntimo, tengo que crear una disposición anímica para él, a la cual él debe amoldarse. El lector también tiene que crear al escritor. Cuando mi amigo lea mi carta, es posible que me encuentre en un estado de ánimo enteramente distinto de cuando la escribí. En efecto, es muy posible que haya yo muerto. Para que un texto comunique su mensaje, no importa si el autor está muerto o vivo.



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