Oeste by Carys Davies

Oeste by Carys Davies

autor:Carys Davies [Davies, Carys]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 2018-04-08T00:00:00+00:00


Cierto día Bess está sentada en la escalera de la biblioteca de pago de Lewistown aguardando a que concluya la reunión que su tía Julie mantiene con Helen Lott y el pastor para hablar de la nueva ventana que tendrá la iglesia.

Cuando levanta la vista, ahí está el hombre del chaleco amarillo y las gafas de la última vez, diciéndole que si tuviera la bondad de pasar él no le reclamará los nueve chelines que cuesta la suscripción, pues tal cosa depende de él.

—Gracias —dice Bess, y entra en la biblioteca.

El bibliotecario le muestra los enormes tomos de la expedición del presidente y la acompaña a una silla y una mesa.

Bess lee. Imagina a su padre durante el viaje: una pequeña y solitaria figura en una tierra extensa y vacía, que sigue su camino lentamente a lo largo de un río ancho, sinuoso. Bess pasa las páginas de los diarios de los capitanes, consciente de su ignorancia, cuando trata de comprender todo lo que hay allí escrito; las páginas están llenas de palabras que nunca antes ha visto y no puede siquiera acertar a descifrarlas. Pero allí están los mapas y los dibujos, y le llena de alegría pasar las hojas y poder mirarlos, y da gracias por las palabras que sí conoce: largo, corto, seguro, peligroso, hambriento, difícil, hermoso, oscuridad, luz, viejo, nuevo, además de otra buena cantidad de ellas. Da gracias porque, cuando al fin empiecen a llegar las cartas de su padre, será capaz de leer hasta el más sencillo mensaje que estas contengan.

Lo único que no le gusta es el tipo gordo de las gafas, la forma en que le echa el aliento cerca de la cara cuando se inclina a abrir los volúmenes para luego, en lo que parece una eternidad, pasar las páginas para Bess; la experiencia es tan desagradable como desconcertante. Bess preferiría que el hombre dejase de respirar así y, con todo, no está segura de si el problema es de él por hacerlo o de ella por no querer soportarlo. Está siendo amable con ella; le está permitiendo ver los libros sin pagar la cuota de nueve chelines. Quizá siempre respira de esa manera temblorosa en la cara de los demás. Quizá no puede evitarlo, quizá es porque se ve obligado a inclinarse en una postura un tanto incómoda; quizá sería una falta de respeto y una muestra de ingratitud apartarse. Así que Bess se queda muy quieta y no se aparta, ni siquiera un centímetro, por si el bibliotecario considera que está siendo grosera y le arranca el libro de las manos. En lo que parece una eternidad Bess lee mientras él sigue inclinado sobre ella, pero lo único que Bess desea es que el hombre se vaya de allí y la deje sola, cosa que finalmente hace.

Finalmente regresa a la amplia mesa que tiene en el pasillo junto a las puertas de entrada y Bess puede permanecer tranquila en la sala de lectura de la biblioteca.

La niña vuelve siempre que puede.



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