Nunca me olvidé de ti by Brenda Novak

Nunca me olvidé de ti by Brenda Novak

autor:Brenda Novak
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2020-01-24T08:53:02+00:00


Perpleja, Maya se hundió lentamente en el borde de la cama de Annie. Su abuela la había llevado en coche a casa de su amiga a primera hora de la mañana, camino de la tienda. Se sentía ilusionada ante la perspectiva de pasar otro día de diversión con Annie, pero ella la había recibido con una terrible noticia.

–¿Entonces no vas a ir a Topatopa Junior High?

–No –Annie frunció el ceño–. ¿Te lo puedes creer?

–No, no puedo. Yo creía que íbamos a estar juntas. Hemos hablado de ello durante todo el verano.

–Lo sé, pero mi madre insiste en que vaya a la escuela para chicas de New Horizons.

Maya se daba cuenta de que su amiga no estaba contenta con el cambio, pero eso no facilitó las cosas.

–¿Y por qué vas a ir allí? Sacas buenas notas. No necesitas asistir a una escuela como esa.

–Mi madre es amiga de Aiyana Turner, la directora del centro. Quiere ayudar a que el nuevo centro despegue, y quiere que yo ayude a otras chicas que no van tan bien como yo. Dice que es una oportunidad para marcar una diferencia.

Desde luego para Maya sí que iba a marcar una diferencia, pero no en el buen sentido.

–Eso está muy bien, pero ¿qué pasa con nuestros planes? –Maya se había divertido yendo a clase con Maya durante los últimos meses del séptimo curso. Dejar a sus amigos en Los Ángeles, incluso al gato, que se había quedado con Eric porque la abuela era alérgica al pelo de gato, habría sido mucho más difícil de no haber conocido enseguida a Annie. Maya tenía muchas ganas de empezar el curso en otoño con su nueva amiga. ¿Cómo era posible que todo eso hubiese cambiado sin que ninguna de las dos fuera a mudarse?

–Lo sé –Annie se dejó caer a su lado–. Le he suplicado una y otra vez que me deje decidir a mí, pero no quiere. Dice que al menos tengo que intentarlo –Annie miró a su amiga con expresión conciliadora–. Pero me ha prometido que vamos a vernos muy a menudo.

–No será lo mismo –Maya sacudió la cabeza.

Un golpe de nudillos sonó al otro lado de la puerta.

–¿Annie?

Era la madre de Annie. Maya se dio la vuelta para no tener que mirarla a la cara. No se sentía capaz de sonreír.

–Pasa –Annie sonaba casi tan triste como se sentía Maya.

La puerta se abrió y la señora Coates asomó la cabeza.

–¿Se lo has dicho ya?

–Sí –Annie tenía la mirada fija en sus zapatos.

Maya se obligó a darse la vuelta y vio una expresión de simpatía dibujada en el rostro de la señora Coates.

–Lo siento, sé que estarás decepcionada, pero quería asegurarte, tal y como le he asegurado a Annie, que os podréis ver continuamente.

Maya quiso repetir lo que le había dicho a su amiga, que no sería lo mismo, pero en cuanto abrió la boca para contestar, los ojos se le llenaron de lágrimas.

–Lo siento, no pretendo comportarme como un bebé –se secó las mejillas–. Tengo que irme.



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