No me dejes se tu héroe by Andrea Acosta

No me dejes se tu héroe by Andrea Acosta

autor:Andrea Acosta [Desconocido]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Bélica, Romántica contemporanea
editor: Acosta Group
publicado: 2014-02-08T23:00:00+00:00


Capítulo 5

―Becky es piloto. Me di cuenta de que te fijabas en las placas. Pilota un F-15E Strike Eagle.

Unas pocas millas más y llegarían. Rock la miró de reojo mientras conducía, sonrió controlando el volante con la izquierda, la derecha se movió hacia Alice para descansar sobre un muslo que acarició y cariñosamente continuó

―Tranquila, no tengo pensado salir a la carrera cuando menos te lo esperes y dejarte sola con todos esos Davis.

Retiró la mano para controlar el volante.

―No eres gracioso Rick.

Habitualmente sí lo era pero en ese momento no apreciaba su humor. Debido al temblor en las rodillas, al culo inquieto en el asiento Alice jugueteó con el cinturón que le cruzaba el pecho. Necesitaba un par de tilas en vena ya mismo.

―Debía haberte dicho que era mala idea.

―Estamos a menos de diez minutos, no voy a dar la vuelta y creo que es la decisión mejor tomada hasta el momento. Todo saldrá bien. Además ya conoces a más de la mitad, eso te da ventaja. Te cebarán, te preguntarán de que color llevas la ropa interior y si te niegas a decirlo me lo preguntaran a mí. ―La miró de reojo. ―Rosa perla, ¿verdad?

―Me alegra que me mires la ropa interior, es una buena señal ―dijo mordaz antes de volver la vista a la ventanilla topándose con el paisaje nevado.

―Te prefiero sin ella pero no puedo tenerte todo el día de comando.

La oyó resoplar y rió.

―Vamos nena ¿estás intentando ser sarcástica conmigo?

―¿No lo consigo?

―No señora, no lo consigues.

Quantico se leía bien claro en el letrero de madera. Las calles les recibieron bastante despejadas de nieve y con la iluminación navideña todavía apagada a aquellas horas pero brillando por la humedad.

Un par de minutos más y llegaron a la casa. No era nada lujosa pero muy grande, daba impresión de mucha solidez. Era una de aquellas viviendas de madera recia y muy cuidada que habían sido reformadas y ampliadas una y otra vez con el paso del tiempo.

―¿Preparada? ―preguntó él al aparcar frente al gran porche.

―Lo sé, ―rió con el claro no de Alice.

Rock desabrochó ambos cinturones.

―Tú también bajas Slimer Thor.

No iban a dejarlo en casa solo. La venganza hubiera sido terrible. Lo habrían pagado el pobre sofá y algún que otro mueble más.

Las botas rojas pisaron la nieve compactada del suelo. Alice iba a abrir el amplio maletero para sacar la silla, pero no le dio tiempo. Retuvo la respiración cuando la puerta de la casa vomitó una avalancha de gente que se le vino encima. Abrazos, apretones, besos y preguntas. Muchas preguntas, al responder una seguía otra. Fue arrastrada, casi llevada en volandas hacia el interior de la casa para que pasara de la cocina al sofá del salón y de nuevo a la cocina donde olía a jamón asado y pavo relleno aunque, el aroma que predominaba en toda la vivienda era el de pudding de navidad y gingersnaps.

Rock vio que Alice era como abducida por una concurrencia enfervorizada. Una vez fuera del coche y sentado



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