No más secretos by Sophie Saint Rose

No más secretos by Sophie Saint Rose

autor:Sophie Saint Rose
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2017-04-29T22:00:00+00:00


Capítulo 8

Poseidón levitó y debió recordar que debía llevarse a su otra mujer, porque miró a Parténope como si fuera una molestia. Extendió el brazo y Parténope resignada se arregló la trenza mientras se elevaban. Cuando salieron del cráter, su desaparición fue fulminante y todos se quedaron mirando el techo durante varios segundos.

—Ahora sí que la has hecho buena —susurró Marla.

Se volvió hacia ella para ver allí a toda la familia. —He hecho lo que he creído apropiado. Zeus está al tanto de todo y le tenemos de nuestro lado.

—¡Los dioses no están del lado de nadie! —le gritó Carla—. ¡Poseidón volverá y lo arrasará todo a su paso! Ahora sí que estamos condenados. ¡Nos matará a todos!

—Y le estaremos esperando.

—No podremos enfrentarnos a él —dijo su padre—. Además, no sabemos qué historia le contará a su hermano. Puede que cuando vuelva, Zeus apoye a su hermano.

—Parténope está con ellos. Dirá la verdad. —Se volvió como si sus opiniones no le importasen nada y miró a Mario. —¿Y ahora qué hago contigo?

—¿Eso qué rayos quiere decir?

—Ya no confió en ti. Te quiero fuera de mis habitaciones.

La cara de sorpresa de Mario le hubiera dado risa en otra ocasión, pero en ese momento todavía estaba furiosa con él por haberle mentido desde el principio. Se volvió con intención de irse, pero Mario la cogió del brazo volviéndola de golpe. Mario salió despedido hacia atrás chocando contra la pared y cayendo al suelo con fuerza. Asustada se acercó a él corriendo. —¿Mario? ¿Estás bien? —Él gruñó desde el suelo apretándose el vientre. —¿Qué te ha pasado?

—Nena, suelta ese chisme.

Toda la familia le rodeó y era evidente que no podía levantarse. —¿Cariño? Dime qué te duele. —Arrodilló una pierna apoyándose en el tridente y tocando su mejilla. —¿Estás bien?

De repente Mario empezó a convulsionar y asustada retiró la mano. Mario se detuvo al momento. —Madre mía, ¿soy yo?

—Es el tridente. Conoce tus pensamientos más íntimos y te protege de tus enemigos. Poseidón dejó que te lo llevaras, así que ahora está ligado a ti —dijo el abuelo—. Chico, te ha metido una descarga… ¿Cómo te encuentras ahora?

Mario fulminó con la mirada a Patricia. —¡No es culpa mía!

—¡Son tus pensamientos!

—¡Pues menos mal que no te encontré hace una hora, porque te habría fulminado! —le gritó a la cara—. ¡Así que no te quejes!

Sin más se levantó y fue hacia la salida. —Arregla el techo. —Golpeó el suelo y con un enorme estruendo el mármol volvió a su sitio. Hizo una mueca desde la puerta mirando el techo. —Buen, trabajo. —Miró al tridente. —Eres muy útil y muy listo. —Le dio un beso a una de las puntas poniéndose de puntillas y todos la miraron con la boca abierta como si hubiera perdido un tornillo. —¿Qué? ¡Al menos él me hace caso!

Salió del panteón y caminó hacia la playa mientras los tritones la miraban con respeto. Patricia entrecerró los ojos pensando en qué estarían pensando. Sintió la presencia de Mario tras ella y mosqueada se volvió.



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