Natán y sus hijos. Jerusalén 1192 (Las Tres Edades) (Spanish Edition) by Mirjam Pressler

Natán y sus hijos. Jerusalén 1192 (Las Tres Edades) (Spanish Edition) by Mirjam Pressler

autor:Mirjam Pressler [Pressler, Mirjam]
La lengua: spa
Format: azw3
ISBN: 9788415803348
editor: Siruela
publicado: 2013-04-05T00:00:00+00:00


Abu Hassan

También mi padre fue capitán, educó a sus hijos para que fueran guerreros, guerreros de Alá que lucharan por nuestra sagrada fe y por nuestros hermanos musulmanes y por nuestro propio honor, naturalmente, y se sintió muy orgulloso cuando recibió la noticia de que mi hermano mayor había caído luchando contra los francos.

Yo, Abu Hassan, hijo de Ammar, soy capitán de Saladino, el gran sultán, y desde que contrarresté el ataque de los templarios en Bint Jbeil, a la que nuestros enemigos llaman Tebnine, y los llevé presos a Jerusalén, me he ganado el favor del sultán: me ha incluido en su círculo, me colma de regalos y me da muestras de su confianza. Todo eso me halaga, naturalmente, pero también supone un gran peligro para mí, puesto que no sé en quién puedo confiar, aparte de en dos amigos en la ciudadela. Una palabra equivocada al hombre equivocado y mi vida tendrá menos valor que un grano de arena en el desierto.

Tengo que ser astuto como un zorro y precavido como una liebre de monte, y hacer todo lo posible para que nuestros planes tengan éxito. Me he unido a un grupo de notables y altos dignatarios aliados en secreto contra Saladino. Todos somos buenos musulmanes, pero deseamos reemplazar al sultán, que alguien ocupe su lugar para mayor gloria de Alá y para recuperar nuestro honor.

No me ha resultado nada fácil tomar esta decisión, pero desde hace tiempo hay señales de que Saladino nos conduce a la desgracia y mancha nuestro honor. Por ejemplo, su disposición a firmar la paz con nuestros enemigos y la resignación con que acepta que las costas de nuestro país sigan en manos de los infieles francos. Incluso habría aceptado que su hermano Malek se hubiera casado con la hermana del rey inglés y su hermana Sittah con un primo del diablo rojo, solo para perpetuar en el futuro una situación tan humillante para nosotros. Por suerte nada de eso ha prosperado, habría sido más de lo que nuestro orgullo hubiera podido soportar.

Además, ha permitido a los judíos instalarse en Jerusalén, después de que hubiéramos conseguido reconquistar la ciudad con ayuda de Alá. ¡Judíos! Odio a los judíos. Mi padre siempre decía que los judíos son como las malas hierbas en un campo de cereales, apenas se ha librado uno de ellas, vuelven a aparecer y a expandirse y a desplazar a las plantas útiles. A Saladino no le gustan los judíos, pero para él son parte de las «Gentes del libro», de los ahl al-kitab, que recibieron una forma anterior de la revelación de Alá. Puede que sea así, pero su Talmud no es comparable con la revelación definitiva que el arcángel Gabriel comunicó a nuestro profeta Mahoma y que está recogida en el sagrado Corán, que los infieles sencillamente no quieren reconocer. ¿Acaso ha olvidado el sultán lo que nuestro profeta dijo al respecto? «¡Vosotros, los que creéis! No toméis por amigos de confianza a quienes no sean de los vuestros, porque no cejarán en el empeño de corromperos.



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