Mucho más que un club de chicas by Elizabeth Eulberg

Mucho más que un club de chicas by Elizabeth Eulberg

autor:Elizabeth Eulberg [Eulberg, Elizabeth]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-05-20T16:00:00+00:00


Dieciocho

«No pasa nada».

Eso era lo que Ryan me decía cada vez que yo sacaba a relucir la noche del sábado o cualquier otra cosa, en realidad.

Pero sí pasaba. Todo lo que estaba ocurriendo iba mal.

Es verdad, Ryan lanzó el primer puñetazo pero, el lunes por la mañana, el instituto al completo actuaba como si fuera un auténtico criminal. Y estaba convencida de que eran las mismas personas a las que, de haber tenido la oportunidad, no les habría importado bajarle los humos a Todd.

Yo me había acostumbrado a las miradas acusadoras y a los susurros mucho tiempo atrás, pero para Ryan era territorio nuevo. Sí, hubo muchos cotilleos cuando él y Diane rompieron, pero en su mayoría eran apuestas sobre quién sería su próxima novia.

Yo nunca había sido la favorita.

Me pasé el día entero mirando alrededor siempre que estábamos juntos. Ryan no paraba de decir:

—Penny, no pasa nada. No tiene la importancia que le estás dando.

Pero sí la tenía.

¿Es que no prestaba atención o acaso, en realidad, no le importaba?

Estaba yo andando de un lado a otro frente a nuestras taquillas al final de las clases, esperando a Ryan para irnos a mi casa a estudiar, puesto que ya no tenía entrenamiento de baloncesto. Pero se retrasaba.

Ryan nunca se retrasaba.

Mi cabeza estaba a punto de estallar. En mi mente, la voz de Todd no dejaba de repetir que Ryan había cambiado desde que empezamos a salir.

¿Era verdad?

Había llegado el momento de analizar los hechos. Desde que Ryan y yo empezamos a salir, él y Todd dejaron de ser amigos (un punto a favor, a mi entender). Durante el almuerzo, ya no se sentaba a su mesa de siempre. Sus otros amigos se mantenían a distancia. No se hablaba con su padre. Se había enzarzado en una pelea. Le habían expulsado del equipo de baloncesto.

«¡Puf!».

Bueno, al menos no le habían castigado sin salir. Su madre pensó que dada la «circunstancia atenuante» de que su padre estuviera presente, su forma de actuar, aunque no aceptada, era comprensible.

Aun así, eso no explicaba dónde estaba ahora.

Hilary Jacobs pasó de largo y, probablemente, se fijó en que clavaba la vista en la taquilla de Ryan.

—Hola, Penny. Ryan está en el despacho del director.

El estómago se me revolvió.

—¿Ah, sí?

—Sí, lo llamaron al final de la clase.

Salí corriendo hacia el despacho, pero vi a Ryan nada más doblar la esquina.

—¡Hola! —le dije, aliviada—. Empezaba a preocuparme.

—Lo siento, tuve que ir a hablar con Braddock —siguió andando sin aminorar el ritmo.

—Eh… ¿va todo bien? —Por su expresión imperturbable, supe que no era así.

—Sí. Bueno, no. Me ha quitado del Comité de Asesoría sobre el Alumnado.

—¿Que ha hecho qué? —pregunté casi a gritos, haciendo que la gente que no se había fijado en nosotros ahora nos mirase. Aunque, claro, parecía lógico. Era una ingenuidad pensar que lo que había pasado en la cancha se hubiera quedado en la cancha. Tal vez Ryan debería haber sido expulsado temporalmente del McKinkey. Por primera vez, me sentí agradecida porque el director Braddock



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