Mr Fire y yo Vol.4 by Lucy Jones

Mr Fire y yo Vol.4 by Lucy Jones

autor:Lucy Jones
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, Relato
publicado: 2014-01-20T23:00:00+00:00


4. En la plaza Vendôme

Ya es de día cuando abro los ojos. Estoy en la cama de Daniel. Él duerme todavía. ¡La noche ha estado agitada! Me doy vuelta con suavidad hacia él para no despertarlo. Boca abajo, la cabeza en la almohada, Daniel ya no porta ninguna máscara: sus rasgos tranquilos y relajados casi tienen un aire infantil. Pasando entre sus ojos cerrados, sigo con la mirada el caballete de su nariz, después desciendo hasta sus labios. Ellos me atraen irresistiblemente. ¡Sé que son tan dulces! Debo luchar para dejarlo en la paz de su sueño. Continúo observándolo. Reteniendo mis caricias, desciendo hasta su nuca, después a su espalda. No veré más por ahora porque la sábana me oculta la vista del resto de su cuerpo. Qué importa. Me basta cerrar los ojos para vernos de nuevo, desnudos uno contra el otro justo después del orgasmo. Una pregunta de Daniel me hace subir el color a las mejillas al mismo tiempo que una sonrisa a mis labios:

− ¿De quién eres Julia?

El tuteo, regalo inesperado, ha hecho venir naturalmente mi respuesta:

− Tuya.

Una evidencia.

Después de Vincent y de esta noche catastrófica, he tenido la impresión de regresar a mí misma ofreciéndome a Daniel. Me ha aceptado tal como soy. Nuestros cuerpos se pertenecen, se entienden desde el momento en que se tocan.

Una evidencia.

Salgo de la cama sin hacer ruido. En el piso, nuestra ropa esparcida atestigua para nosotros nuestros ardores nocturnos. Pongo la camisa de Daniel sobre mi piel desnuda. La sensación es embriagadora: el olor del cuerpo de Daniel, aprisionado entre el tejido, me envuelve toda. De puntillas voy al salón. La sala está bañada de luz. Necesito un minuto para habituarme, después dejo acariciar mi piel por los rayos del sol. En el calor de la mañana, me desperezo como un gato.

No he escuchado venir a Daniel y me sobresalto cuando sus brazos me enlazan y me atraen hacia él. Todavía adormecido, refugia su cabeza en mi cuello. Nos quedamos así sin movernos un largo minuto, disfrutando plenamente el instante.

− ¿Has dormido bien?, me pregunta al oído.

No me canso de estas dos letras, esta pequeña palabra tan a menudo entre nosotros: tú.

− Sí, gracias. ¿Y tú?

− Como un bebé. Nada mejor que la actividad física antes de dormir, me dice con un guiño… Debo ir a la plaza Vendôme para una cita profesional.

− Oh, ¿ya te vas?

Estoy decepcionada. Me hubiera gustado mucho pasar la mañana sin hacer nada en los brazos de Daniel.

− En realidad pensaba que tú podrías acompañarme. Solo tengo una cita dentro de dos horas. ¿Conoces la Plaza Vendôme?

Confieso mi ignorancia.

− Sólo sé que muchos joyeros de lujo tienen aquí su letrero.

− Entre ellos Tercari, evidentemente. Mi familia se ha instalado aquí al mismo tiempo que Van Cleef y Arpels en 1906. Si nunca has ido a la plaza, tienes que verla.

La pasión y el orgullo de Daniel se leen en su mirada. Me gusta el fuego que la anima. Estoy verdaderamente emocionada de que Daniel quiera hacerme descubrir su mundo.



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