Mortalidad by Christopher Hitchens

Mortalidad by Christopher Hitchens

autor:Christopher Hitchens [Hitchens, Christopher]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2012-10-01T04:00:00+00:00


Alguien me contó, Heráclito, tu muerte y en mí provocó

el llanto y recordé cuántas veces los dos

en conversación hicimos ponerse el sol.

De hecho, apoya su argumento sobre la inmortalidad de su amigo en la dulzura de su voz.

tus ruiseñores, en cambio, siguen vivos y a ellos

Hades que todo lo arrebata no les pondrá la mano encima.[4]

Quizá haya demasiado optimismo en este último verso.

En la literatura médica, la «cuerda» vocal es un mero pliegue, un trozo de cartílago que lucha por estirarse y tocar su gemelo, y produce así la posibilidad de efectos sonoros. Pero creo que debe de haber una profunda relación con la palabra «acorde»: la vibración resonante que puede agitar la memoria, producir música, evocar amor, provocar lágrimas, trasladar piedad a la multitud e inducir pasión en la muchedumbre. Quizá no seamos, como solíamos jactarnos, los únicos animales capaces de hablar. Pero somos los únicos que podemos desplegar la comunicación vocal por puro placer y recreación, y la combinamos con nuestras presunciones de razón y humor para producir síntesis más elevadas. Perder esta habilidad es quedar privado de toda una variedad de facultades: sin duda, es más que morir un poco.

Mi principal consuelo en este año de vivir muriéndome ha sido la presencia de amigos. Ya no puedo comer o beber por placer, así que cuando se ofrecen a venir es solo por la bendita oportunidad de hablar. Algunos de esos camaradas podrían llenar sin dificultad una sala de clientes que pagarían ávidamente por oírlos: con esa clase de conversadores, estar a su altura ya es un privilegio. Ahora al menos puedo escuchar gratis. ¿Pueden venir a verme? Sí, pero solo en cierto modo. Así que ahora cada día voy a una sala de espera, y observo las espantosas noticias de Japón en la televisión por cable (a menudo con subtítulos para sordos, solo por torturarme) y espero impacientemente que disparen una alta dosis de protones en mi cuerpo a dos tercios de la velocidad de la luz. ¿Qué espero? Si no una cura, quizá una remisión. ¿Y qué quiero recuperar? En la hermosísima aposición de dos de los términos más simples del idioma: la libertad de palabra.



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