Miedo by Care Santos

Miedo by Care Santos

autor:Care Santos [Santos, Care]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2019-02-28T16:00:00+00:00


Merche

Conocí a Merche en una fiesta de Nochevieja, en la cárcel. La celebración de Fin de Año era una de las pocas ocasiones en que permitían que los chicos y chicas nos juntáramos. Me llamó la atención lo guapa que era, como a todos los demás. Vaya donde vaya, Merche siempre está rodeada de moscones. Tíos que solo piensan en arrojarse sobre ella.

En aquellos días, Merche estaba perpetuamente enfurruñada. Le quedaba muy poco para salir y sus opciones de futuro eran un desastre. No tenía familia que pudiera ayudarla, ni ningún lugar donde vivir. Estaba convencida de que su única posibilidad de salir adelante sería la prostitución, y eso la tenía de un humor de perros. Cuando volví a verla, era poli. La poli más guapa del mundo, seguro. Y una de las de mejor corazón, también.

Cuando Marcelo se echó a llorar, se volvió hacia mí y me dijo:

—Creo que debería ir a hablar con él. ¿Vienes?

—Mejor no.

La vi entrar en la sala. El equipo de audio había sido desconectado, así que no pude escuchar lo que le dijo. Pero vi los efectos que sus palabras tranquilizadoras causaban en Marcelo. Consiguió calmarle, que le escuchara, hacerle sonreír. Merche estaba aún más guapa cuando sonreía.

Recordé que a mí también me ayudó una vez. El día que salió en libertad me regaló su reproductor de música.

—Le sacarás más provecho tú que yo —me dijo.

Acertó de lleno. Su música me acompañó durante mucho tiempo, allí dentro. La música es uno de los mejores antídotos que existen contra la soledad. Lo descubrí gracias a ella.

Marcelo se marchó mucho más tranquilo. No quise despedirme de él. Pensé que preferiría no saber de mi presencia, seguir creyendo que yo no conocía sus secretos.

El sargento Roig nos convocó a una reunión. No solo a Merche y a mí, también a Paula y a todo su equipo, una veintena de personas, a quienes me había presentado el día que pasé por allí a ver el vídeo. El sargento nos informó de las líneas de investigación en que se estaba trabajando. Nos contó los cambios que se estaban produciendo en el clan de los Medina. Habló de estrategias y prioridades de su departamento. Por supuesto, la primera: cazar a los Medina ahora que parecían más desorganizados que nunca. Se nos hizo tarde.

Hacía mucho tiempo que Merche y yo teníamos una conversación pendiente. Le propuse ir juntos a almorzar al bar de la esquina. Yo pedí una hamburguesa doble; ella, una ensalada. En la tele se veían imágenes de los ganadores de la Lotería de Navidad, eufóricos de alegría. Merche comenzó a contarme su historia:

—Cuando salí, no tenía nada ni a nadie. Tampoco tenía ningún sitio adónde ir. Dormí varias semanas en un albergue municipal para gente sin techo. Encontré trabajo de chica de la limpieza, en casa de una familia con niños pequeños, pero me echaron cuando supieron que había estado en la cárcel. Me deprimí y pasé varios días en la calle, sin comer. Cuando por fin me decidí a volver al albergue, me ofrecieron trabajo como limpiadora.



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