Meditaciones de cine by Quentin Tarantino

Meditaciones de cine by Quentin Tarantino

autor:Quentin Tarantino [Tarantino, Quentin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Cinematografía
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


DAISY MILLER (UNA SEÑORITA REBELDE)

(1974)

Muchos de los autores contestarios de después de los sesenta hicieron la prueba de adaptar obras de grandes escritores y dramaturgos. Mike Nichols con Edward Albee, Joseph Heller y Jules Feiffer. Frank Perry adaptó Según venga el juego, de Joan Didion. Arthur Penn realizó Pequeño gran hombre, de Thomas Berger. Paul Mazursky llevó a la pantalla una moderna adaptación de La tempestad, de Shakespeare, y otra de Enemigos, de Isaac Bashevis Singer. Hal Ashby hizo Bienvenido Mr. Chance, de Jerzy Kosinski. La obra maestra de Richard Rush se basó en la novela siniestramente cómica de Paul Brodeur, Profesión. El especialista, sobre la paranoia. Y la mejor película de Richard Lester sería su brillante reinvención en forma de comedia bufonesca de Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas (que, a mi juicio, es una de las mayores producciones cinematográficas épicas de todos los tiempos).

Y sus colegas europeos llegarían aún más lejos. John Schlesinger adaptaría a Thomas Hardy y Nathanael West. Roman Polanski adaptaría a Shakespeare y a Thomas Hardy. Franco Zeffirelli desarrollaría su carrera en torno a las adaptaciones de Shakespeare. Milos Forman adaptaría a Ken Kesey y E. L. Doctorow y realizaría una versión francamente horrenda de Hair, de Ragni y Rado. Ken Russell haría lo propio de él con D. H. Lawrence y Aldous Huxley (por no hablar ya del sinfín de seudobiopics de grandes compositores).

En cambio, cuando los movie brats adaptaban novelas, tendían más a la literatura popular (El padrino, Tiburón, La última película, Carrie, Luna de papel, La furia). Eso sería distinto en los ochenta y en los noventa, cuando todos los movie brats se intelectualizaron. Scorsese adaptaría a Edith Wharton y Spielberg, a J. G. Ballard y Alice Walker, Coppola se enfrentaría a la creación más famosa de Bram Stoker, Paul Schrader adaptaría a Mishima y dirigiría a Harold Pinter, y De Palma fracasó estrepitosamente con Tom Wolfe y ya nunca levantó cabeza[30].

Pero allá por los setenta el único de ellos que abordó —en serio— la literatura clásica fue Peter Bogdanovich, con su adaptación de la obra Daisy Miller, de Henry James (sí, ya sé que Michael Pye no considera a Bogdanovich un movie brat; pero yo sí).

Lo que diferencia la adaptación de Bogdanovich de Lejos del mundanal ruido, o Tess, o Los europeos, o La edad de la inocencia, o del tono de las adaptaciones cinematográficas de literatura clásica del programa de televisión Masterpiece Theatre, es el enfoque del director. Bogdanovich intenta convertir la primera mitad de la película en una comedia. Su Daisy Miller busca y consigue un ritmo trepidante de diálogo cómico solapado a lo Howard Hawks. ¿Eso significa solo que hace hablar deprisa a los personajes?

Sí.

Sin embargo, Peter tenía una habilidad para el diálogo cómico solapado (no improvisado) muy superior a la de cualquiera de sus coetáneos (solo Bob Clark, años más tarde, demostraría un talento similar en la serie de películas Porky’s). Sin embargo, hay que reconocer que la película tiene un comienzo extraño. El tono de la escena inicial entre



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