Luna de miel para uno by Christine Rimmer

Luna de miel para uno by Christine Rimmer

autor:Christine Rimmer
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2012-06-30T22:00:00+00:00


Capítulo 9

Más tarde, cuando se metieron en el jacuzzi de la suite, Jason le dio a comer los bombones que la doncella había dejado sobre la almohada.

Apoyada contra su ancho pecho, atrapada entre sus desnudos y musculosos muslos, sintiéndose libre y completamente relajada, dejó que aquel placer amargo se le derritiera en la lengua.

—Podría acostumbrarme a esto.

—Yo también —murmuró Jason a su oído.

Jocelyn sintió en la espina dorsal como su pecho subía y bajaba cada vez que respiraba.

Giró la cabeza hacia él.

Jason se apoyó en un lado para llegar hasta su boca. Y la besó. —Um. Chocolate— le ofreció un sorbo del champán que había pedido al servicio de habitaciones.

Ella bebió, riéndose al derramar un poco. Las chispeantes burbujas le resbalaron por la barbilla.

—Eh, se me están ocurriendo varias ideas —dijo Jason.

Jocelyn volvió a reírse.

—Puedo sentirte —se acurrucó contra él—. Oh, Dios mío… Jason gruñó.

—Me estás matando.

—De placer. —Jocelyn se giró para mirarle sin dejar de apretar el cuerpo contra el suyo—. ¿Qué tenemos aquí? —susurró al encontrar su pene bajo el agua y agarrarlo con los dedos.

Jason emitió un sonido gutural.

Ella le besó mientras le acariciaba.

Aquello no duró mucho. Unos minutos después la estaba sosteniendo en brazos, levantándose de la bañera sin importarle el agua que le caía por los costados. La llevó al dormitorio y allí se giró para que ella llegara a la mesilla de noche.

Jocelyn sabía lo que quería que hiciera. Agarró riéndose uno de los preservativos.

—Estamos llenándolo todo de agua.

Así que Jason volvió a llevarla al cuarto de baño, donde la colocó sobre la larga encimera entre los dos lavabos.

—Oh, Dios mío —gimió Jocelyn cuando entró en ella por segunda vez.

Jason capturó sus labios en un beso largo y dulce y volvió a llevarla otra vez a la luna.

* * *

Sobre las dos de la mañana ya habían utilizado el último preservativo. Para entonces estaban otra vez en la cama. Jocelyn se acurrucó contra él y susurró:

—No quiero dormirme. No quiero perder ni un instante del tiempo que nos queda.

Hablaron de su infancia. Jason le contó historias sobre sus hermanos, sobre cómo se peleaban y también sobre los buenos momentos. Ella le habló de su mejor amiga cuando tenía doce años. —Se llamaba Jane Ackerman. Me dejó colgada el primer año de instituto para irse con las chicas populares.

—¿Tú no eras popular en el instituto? —Jason sacudió la cabeza—. No me lo creo.

—Era tímida.

—Imposible.

—Sí. Y solitaria. Te lo dije la noche que nos conocimos.

—Es verdad —respondió él con dulzura—. Me acuerdo. —Me daba la impresión de que no encajaba, ¿sabes? Como si no estuviera nunca donde debía estar.

—Y mírate ahora.

Ella apoyó la cabeza en su fuerte pecho, donde pudo oír el tranquilo latido de su generoso corazón.

—Siempre haces que me sienta bien conmigo misma. Como si pudiera hacer todo lo que me propusiera.

—Es que puedes —los labios de Jason le rozaron el pelo. Ella sintió los párpados pesados y los cerró. Sólo durante un minuto o dos…

* * *

Cuando Jocelyn abrió los ojos, la luz del sol se filtraba a través de las cortinas semicerradas.



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