Luces y sombras by Barbara McMahon

Luces y sombras by Barbara McMahon

autor:Barbara McMahon
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 1995-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 7

Bret la llevó a la Getreidegasse, la principal calle de compras de Salzburgo.

Conocía las tiendas y sabía dónde podían encontrar un vestido apropiado para una boda. Melissa descubrió el que estaba buscando en la segunda tienda a la que entraron.

Era un vestido de seda de color crema con una falda amplia, escote alto y mangas largas. Le sentaba tan bien que parecía que se lo habían hecho a la medida.

Era caro y necesitó un montón de cheques de viaje, pero merecía la pena. Pensó que tendría que ocuparse de que su banco de Inglaterra le hiciera una transferencia, pero tenía suficiente por el momento.

Bret insistió en que necesitaba un sombrero que hiciera juego y no tardaron en encontrar uno a su gusto. Melissa empezó a sentirse mejor respecto a la boda al verlo tomarse las cosas de un modo casi normal. Se mostraba solícito con ella en las tiendas, tocándola con frecuencia, siendo incluso atrevido. Melissa se sonrojó al oír el comentario de una de las dependientas sobre el amor de los jóvenes. Si aquella mujer hubiera sabido la verdad…

Cuando terminaron las compras, Bret la llevó a su hotel.

—¿Quieres que te espere mientras te cambias y acabas de recoger antes de subir a ayudarte?

—Sí. Dame veinte minutos.

Melissa le agradecía su consideración más de lo que él podía figurarse. Tenía pensado llamar a su oficina y hablar con Gerry Toliver.

No tuvo dificultad en localizarlo.

—Melissa, ¿qué pasa? Terrel ha dicho que ibais a casaros y que tendríamos que arreglárnoslas sin ti.

—Sí, algo parecido. ¿Cómo van las cosas por ahí?

—Igual que todos los días. Tendríamos que acabar pronto. ¿Es verdad que no vas a volver?

—No lo creo. Escucha, ¿sabes si han desaparecido más informes?

—Esta mañana no.

—Gerry, tenéis que llevar mucho cuidado. Creo que alguien está tratando de sabotear el acuerdo. Alguien puso ayer varios informes confidenciales en mi portafolios para que pareciera que los había robado yo. ¿Recuerdas si viste a alguien cerca de mi cartera?

—¡Dios, no! ¿Lo sabe Bret?

Melissa tuvo que cerrar un momento los ojos al recordar la furia que había visto en sus ojos la noche anterior.

—Sí. Mira, ésa es una de las razones por las que no puedo volver.

No consideró necesario decirle a Gerry que la razón principal era que Bret no se lo permitía. Prefería que Gerry pensara que era idea suya.

—Pero tú y los demás debéis andar con pies de plomo. No dejéis vuestros portafolios al alcance de nadie. Y tratad de no ir solos a los archivos de la compañía, vigilad vuestra espalda.

—Enterado.

—No le perdáis la pista a los informes y estad atentos por si desaparece alguno más. Supongo que en ese caso debéis decírselo a Bret.

—¿De quién sospechas? —preguntó Gerry en voz baja.

—Yo no me fiaría de nadie allí. Llamaré dentro de un par de días para ver cómo marchan las cosas. Quizá podamos descubrir al culpable.

—Mantendré los ojos bien abiertos. ¡Ah, felicidades!

—¿Cómo? ¡Ah, ya! Gracias. Nos mantendremos en contacto. Llamaré al señor Millan para comunicárselo.

Colgó el teléfono y echó un vistazo a su alrededor.



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