Los nombres propios by Marta Serrano

Los nombres propios by Marta Serrano

autor:Marta Serrano
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela
ISBN: 9788418342394
editor: Editorial Sexto Piso
publicado: 2021-03-10T00:00:00+00:00


–Jo, abuela, es que todo lo tengo que hacer yo. Simba, porque es Simba. Y el niño, como es el niño…

–Tú que trillas bien, trillas siempre. Venga, si esto lo recogemos en un momento.

Desde cuándo estar en el Huerto se ha convertido en poner la mesa, recoger la mesa, el verbo terrible: colaborar. Desde cuándo ya-eres-una-moza. Sacas el lavaplatos, despejas la mesa, pones el mantel. Ella prepara la comida y tú le das conversación. Le robas un trozo de pimiento.

–No comas más, que luego no hay.

Estás enfadada por estar aquí. Tú no ibas a venir al Huerto. Se lo dijiste a mamá. Pero aquí estás. Por qué las cosas no pueden ser como tú quieres. Por qué no estás en el pueblo de Charlie. Charlie. El curso pasado. Las fiestas. La piscina. Mamá ha salido a por el pan y aprovechas para desahogarte. No entiende nada, mamá, le dices a la abuela.

–Se debería ser padre antes que hijo.

–¿Por?

–Yo sé lo que me digo.

La abuela te escucha en silencio. La abuela entiende a mamá. Nadie te entiende a ti. Pues muy bien. Que se alíen. La abuela remueve la sartén. Tiene un ojo puesto en el reloj de la cocina todo el tiempo: por mamá y por el arroz.

–¿Y tu madre, que me parece que está tardando mucho ya? Anda, cariño, llama a mamá a ver por dónde va.

La miras. Ella también es la madre de alguien. A lo mejor un día era ella la que le prohibía cosas a mamá. A lo mejor un día mamá le ocultaba cosas. Hoy se llaman todas las noches. Mamá la llama a ella, mientras hace la cena, removiendo la sartén con la mano derecha y levantando el hombro para atrapar contra la oreja el teléfono inalámbrico: «¿Qué tal, mami?». Cuando la escuchas, sales de tu habitación, ese pequeño trocito de mundo que te pertenece, atraviesas el pasillo y le arrancas el teléfono de la oreja para saludar a la abuela.

«Y tu madre, que me parece que está tardando mucho ya». La frase. Y tú, perezosa. Con la cama sin hacer. Sabes que, si vuelve mamá, te va a decir que hagas la cama. Sabes que, si aguantas un poco más, te la va a hacer la abuela. La hace mejor que tú, además. El que trilla bien…

–Ahora la llamo. Si se acaba de ir.

A la abuela siempre le parece que mamá se ausenta durante demasiado tiempo y a ti, durante demasiado poco.

Te entregas con rotunda devoción a todo lo que odiabas: recoger la mesa, hacer la cama, barrer, ir a la cueva a por un brick de leche. No sabes si es porque te sirve mantenerte ocupada o porque no tienes fuerza para la rebeldía. Yo sé que no te lo crees. Que no ves el final.

Pero un día vas a tener veintitrés años, y luego veinticinco, y más tarde veintiocho. Te lo juro. Un día vas a irte de casa y tu abuela va a estar muerta, y en cada gesto doméstico



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