Los hombres sinteticos de marte by Edgar Rice Burroughs

Los hombres sinteticos de marte by Edgar Rice Burroughs

autor:Edgar Rice Burroughs [Burroughs, Edgar Rice]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: SF
publicado: 2011-01-19T23:00:00+00:00


CAPÍTULO XVII

ESCAPAR… ¡AHORA O NUNCA!

Me encontraba enfrentado con un terrible problema para el que no parecía existir solución. Si hubiera estado en posesión de mi propio cuerpo habría huido inmediatamente con Janai por el túnel que llevaba a la isla donde estaban ocultos Ras Thavas y John Cárter, y allí hubiéramos esperado el regreso de éstos. ¿Pero cómo podría abandonar en la ciudad mi cuerpo, y qué probabilidades tendría en el mundo exterior bajo el aspecto de un hormad? Por otra parte, sentía que mi deber como hombre rojo era hacer fracasar el intento de conquista mundial de Ay-mad. Mientras caminaba hacia los apartamentos de Janai para ponerla en antecedentes de lo que ocurría, mi moral había alcanzado su nadir. Ya no podía descender más. Al cruzar por un corredor del edificio de los laboratorios me encontré con Tun Gan, quien también parecía preocupado por algo.

–La masa de la sala de tanques número 4 ha alcanzado el tejado y ya ha empezado a derramarse en una calle de la ciudad. Su velocidad de crecimiento parece haber aumentado y si no se la detiene será sólo cuestión de tiempo el que sumerja la ciudad entera.

–Y también toda la isla -dije-. Pero no puedo hacer nada; Ay-mad me ha relevado de mis funciones como jefe del edificio de laboratorio. La responsabilidad corresponde ahora a mi sucesor.

–¿Pero qué crees que podemos hacer para salvamos? – preguntó Tun Gan-. Si no se detiene el crecimiento de esa cosa todos estaremos perdidos. Ha devorado ya a varios guerreros que intentaron destruirla. Las manos los agarraron y les llevaron hasta las cabezas, que los devoraron a dentelladas. Si no se soluciona esto, todos acabaremos así.

Bien, ¿qué podríamos hacer para salvarnos? Hasta el momento el «nos» correspondía en mi pensamiento tan sólo a Janai y a mí mismo, pero ahora empecé a pensar igualmente en otros, en Pandar, Gan Had y Sytor, sin olvidar tampoco a Tun Gan, el Asesino de Amhor con cerebro de hormad ni al pobre Tee-ayton-ov. Todos ellos habían sido tan amigos míos como se podía ser dentro de Morbus, y me propuse salvarles.

–Tun Gan -dije- ¿Te gustaría escapar de aquí?

–Desde luego.

–¿Y te comprometerías a servirme lealmente si te ayudara a ello, olvidando tu condición de hormad?

–Ya no soy un hormad, sino un hombre rojo -respondió-, y te serviré fielmente si me ayudas a salir de este horror en que se ha convertido la ciudad de Morbus.

–Muy bien. En primer lugar ve a buscar a Pandar, Gan Had, Sytor y Tee-aytan-ov, y di les que vengan a los apartamentos de Janai. Ten cuidado y no permitas que nadie se entere de lo que les dices. ¡Aprisa, Tun Gan!

Una vez que se marchó, continué mi camino algo más animado hasta reunirme con Janai. Rápidamente puse en su conocimientos las últimas ordenes de Ay-mad en el sentido de trasladamos al palacio. Los dos servidores de quienes sospechaba ser espías estaban allí, y aproveché para enviarles a preparar el guardarropa de su señora para la mudanza, a fin de tener oportunidad de hablar privadamente con Janai.



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