Los hermanos Majere by Kevin Stein

Los hermanos Majere by Kevin Stein

autor:Kevin Stein
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico
publicado: 1989-01-01T00:00:00+00:00


14

—Aceptamos el encargo —anunció Raistlin.

La dignataria les dedicó a los compañeros una mirada de extremada complacencia.

—Gracias. No sabría decir por qué, pero presentía que lo haríais.

Con un movimiento lleno de gracia, tomó asiento en una silla situada frente a una de las armaduras cuyos guanteletes sostenían un hachero más alto que el kender. Shavas gesticuló y los invitó a sentarse con ella. A Caramon le pareció que la mujer lo miraba con una expresión cómplice.

«Sabe que estuve en su dormitorio», se dijo para sus adentros mientras enrojecía abochornado. «Sabe que… que tuve entre mis manos su chal». A fin de ocultar su nerviosismo, se volvió hacia los estantes de libros y cogió el primer tomo que encontró.

Raistlin hablaba con la dignataria acerca de las condiciones del acuerdo y hacía preguntas sobre los relieves de las murallas. Él hombretón no les prestó atención y sus pensamientos se centraron en la hermosa mujer. Rica, instruida, de alta cuna… Estaba muy por encima de él, fuera de su alcance, como lo estaban las lunas y las estrellas.

«Me estoy comportando como un idiota», pensó Caramon. «Una mujer como ella jamás se enamoraría de mí. Mis relaciones se limitan a mujeres como Maggie…». A pesar de tales razonamientos, no podía apartar su hambrienta mirada del rostro seductor de la dama.

—Cuando se descubrió la ciudad, la mayor parte de las murallas carecía de relieves —decía Shavas en ese momento—. Creemos firmemente que fueron los primeros dioses quienes proporcionaron la piedra blanca a los maestros canteros constructores de la ciudad. Es indestructible, aunque han sido muchos los que han intentado romperla. No obstante, la gente advirtió que, a medida que transcurrían los años, los relieves aparecían de manera paulatina, como si alguien los esculpiera en la piedra de forma mágica. —Shavas dirigió la mirada a la figura inmóvil del hechicero—. Los relieves representaban los eventos más destacados de Krynn, como la caída del Príncipe de los Sacerdotes de Istar; la Leyenda de Huma; la historia de Soth, Caballero de la Rosa Negra. Al parecer, una fuerza desconocida esculpía la historia del mundo en las murallas.

«El caballero Soth. Qué nombre tan estúpido», pensó Caramon y volvió la vista a los libros. Abrió otro ejemplar y lo empezó a hojear. «¡Qué libro más tonto!», sentenció el guerrero para sí, mientras pasaba una hoja tras otra hasta llegar a la última. No tenía dibujos, ni texto, ni nada.

Se encogió de hombros y devolvió el ejemplar a su sitio, en la estantería de donde lo había cogido. Miró al grupo sentado y se encontró con que Shavas lo observaba con detenimiento. El guerrero enrojeció bajo la penetrante mirada.

—¿Has encontrado algo interesante? —inquirió la dama.

—Lo dudo —respondió Raistlin por su hermano—. Caramon no es muy aficionado a la lectura. Por el contrario, yo estaría encantado si me permitieseis pasar un rato en vuestra biblioteca.

—Desde luego. Dispón de mi casa y de sus servicios con entera libertad. Os lo digo a los tres —agregó, mirando al guerrero.

El hombretón esbozó una sonrisa, recobrada en parte su seguridad ante las palabras de la mujer.



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