Los besos del jefe by Elizabeth Harbison

Los besos del jefe by Elizabeth Harbison

autor:Elizabeth Harbison
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2018-03-14T23:00:00+00:00


Capítulo 8

He encontrado a alguien que conoció a Laurel –le estaba diciendo Rose Tilden Harker a su hermana Lily, por teléfono.

–¿Quién? ¿Dónde?

–Bueno, su nombre también es Laurel –contestó Rose, mirando sus notas–. Laurel Midland. Por lo visto, esta mujer acaba de volver de Europa del Este, donde trabajaba con nuestra hermana.

–Oh.

–Lo sé, lo sé –suspiró Rose. Siempre habían sido capaces de entenderse casi sin palabras y siempre, como ahora, pensaban lo mismo. Era muy triste saber de alguien que había conocido a la hermana que ellas no conocerían nunca. Pero al menos podrían averiguar algo sobre Laurel, a la que no habían vuelto a ver desde los dos años.

–¿Ella la conocía bien?

–El director del centro ha dicho que solían llamarlas «Las Laureles» y que se llevaban tan bien como si fueran hermanas.

–Qué ironía.

–Sí, es verdad.

–¿Sabes una cosa? –suspiró Lily–. Acabo de enterarme de que Conrad y yo iremos a Nueva York la semana que viene para asistir a un evento que organiza la fundación de su padre. ¿Por qué no voy unos días antes y me quedo en tu casa?

El corazón de Rose dio un salto. Había pasado un año desde que su hermana y ella compartían un diminuto apartamento en Brooklyn. En un solo año, sus vidas habían cambiado drásticamente. La de Rose cuando conoció a su marido, el constructor Warren Harker, y la de Lily cuando conoció al suyo, el príncipe Conrad de Beloria, un diminuto principado en Europa Central.

Desde que Lily se fue a vivir a Beloria, evidentemente las dos hermanas se habían visto mucho menos. De hecho, habían pasado dos meses desde la última vez. Después de vivir juntas toda la vida, dos meses eran una eternidad.

–¿Puedes venir ahora mismo?

Lily soltó una carcajada.

–Primero tengo que hacer las maletas.

–Compra aquí lo que necesites. Venga, sube a un avión y ven a Nueva York ahora mismo –insistió Rose, medio en serio medio en broma. Pero cuanto más hablaba de Laurel Midland, más urgente le parecía encontrarla.

Por alguna razón, el tiempo era esencial.

–¿Estás bien? –le preguntó Lily–. Rosie, ¿hay algo que no me hayas contado?

–No, es sólo que…

–¡Estás llorando!

–Lo sé, pero no pasa nada, de verdad. No sé qué me pasa. Es que últimamente estoy muy emotiva.

–¿Seguro que no te pasa nada? –insistió Lily–. ¡Ay, Dios mío, Rose, estás embarazada!

Por qué eso sorprendió a Rose, no lo sabría nunca. Lily siempre había sido capaz de saber lo que le pasaba, estuvieran en la misma habitación o al otro lado del mundo.

–Quería contártelo cuando llegases…

–¡Rosie, un niño! ¿De cuánto tiempo estás?

–Como de unos tres días –bromeó su hermana–. Me he enterado esta mañana.

–¡Qué emoción! Nuestra familia crece cada día más.

–Eso espero –suspiró Rose–. Pero date prisa en venir. Hablaremos de todo entonces. Es que tengo esta extraña premonición de que si no encontramos a Laurel Midland de inmediato se nos escapará de las manos, como se nos escapó nuestra Laurel –entonces tuvo que contener un sollozo–. Seguramente es una tontería. Pero perdimos a Laurel y ahora que por fin tenemos un eslabón que nos conecta con ella me da miedo perderlo también.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.