Los baños del pozo azul by SAinchez Adalid_ JesAºs

Los baños del pozo azul by SAinchez Adalid_ JesAºs

autor:SAinchez Adalid_ JesAºs
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: prose_history
ISBN: 9788491393368
editor: papyrefb2tdk6czd.onion
publicado: 2018-11-01T15:07:19.860724+00:00


55

—Me alegra mucho lo que acabas de decirme —manifestó el príncipe Abdalá esbozando una sonrisa de satisfacción—. ¡Es una maravillosa noticia!

El cadí Raíg al Mawla estaba dándole la espalda, mientras miraba por el gran ventanal del palacio. El tímido sol de finales de otoño se deslizaba sobre Medina Azahara, formando cintas que descendían desde oscuros nubarrones y que hacían brillar los enlosados de mármol como si fueran lagos de luz. Nada había en el cielo o en la tierra que se saliese de lo normal en todo aquello a lo que él estaba tan acostumbrado a ver en la impresionante ciudad palatina, pero su alma se veía enfrentada a una violenta ola de excitación y de sensaciones que le sacaban de sus casillas.

El príncipe Abdalá se daba cuenta de ello y, aun acabando de expresar su alegría y su satisfacción por tenerle allí, se fue hacia él, le puso la mano en el hombro y le preguntó:

—Hermano, ¿qué te preocupa? ¿Por qué estás turbado y nervioso? Acabas de contarme la conversación que tuviste en el campamento de los mercenarios con Bidun el Rojo... ¿Será acaso que no te fías de él? Dime la verdad, hermano mío, ¿dudas? ¿Desconfías de esos navarros?

El cadí se volvió y clavó en él una mirada intensa. Luego respondió a sus preguntas, asegurándolo con la cabeza, como si estuviese convencido de lo que decía:

—Me fío plenamente de ellos, hermano. Esos guerreros son mercenarios que se ganan su sueldo haciendo la guerra donde les conviene y sirviendo a quien les ofrezca más dinero, pero jamás harían un juramento para no cumplirlo luego. Y a mí me juraron que decían verdad en lo que hablaron. Por eso no desconfío en absoluto de ellos, porque son navarros, y un navarro no juraría en falso. ¡Jamás! Porque para ellos eso sería un gran deshonor y, peor todavía, un gran pecado.

Abdalá esbozó una sonrisa vaga y dio una palmada, exclamando:

—¡Es maravilloso! ¡Es lo mejor que podía pasarnos! Fuiste al campamento sin tener ninguna seguridad. No sabíamos cómo iban a responder a nuestra propuesta... ¡Era un gran riesgo! Porque imagina que hubieran decidido seguir siendo fieles a Abuámir. ¿Qué haríamos nosotros entonces? ¡Qué espanto! Si se hubieran negado a colaborar en nuestro plan, ahora estaríamos en un grave peligro... ¿Y si nos hubieran traicionado?

Al Mawla negó con la cabeza, volviéndose hacia él, y contestó con reprobación:

—¡Jamás nos hubieran traicionado! ¡Tú no sabes cómo es esa gente! Están acostumbrados a recibir propuestas de todo tipo; unas las aceptan y otras las desprecian, pero no son traidores ni juegan con malas artes. Para ellos la guerra es un trabajo, un simple y puro negocio. Si no hubieran estado dispuestos a participar en nuestro plan, nunca habrían desvelado a nadie nuestra propuesta. ¿No comprendes que no pueden crearse una fama de perjuros y traidores? Si cayeran en ese error se acabaría el negocio para ellos.

Reflexionó Abdalá un momento y después bajó la cabeza, diciendo con aire de perplejidad:

—Entonces, hermano mío, no comprendo tu preocupación. Los



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.