Lo real by Gopegui Belén

Lo real by Gopegui Belén

autor:Gopegui, Belén
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788499899497
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España


En noviembre, Jacinto Mena cogió doce días de vacaciones. Edmundo se había trasladado a su despacho en octubre y se encontró bien a solas allí, consciente de que había dejado atrás esa especie de torpeza social. En cuanto a sus conocimientos, se consideraba ya un técnico de la empresa, y además, alguien a la altura del privilegio de ser el escogido por Jacinto Mena, capaz de llegar a convertirse en uno de los mejores.

¿Era el suyo un sentimiento de soberbia, era apetito desordenado de la propia excelencia, como la definieran nuestros clásicos? Me atrevo a decir que no, pues la soberbia excluye el desapego y Edmundo no lo excluía. Si hubiera tenido que renunciar en quince minutos a Décima, a su valedor, al reciente prestigio que le habían proporcionado los informes, Edmundo lo habría hecho. Habría renunciado a cambio del poder que perseguía. ¿Cómo asegurar esta hipótesis, cualquier hipótesis? En la ciencia es precisa la demostración, pero en la vida basta con el futuro. Así el conocimiento narrativo muestra, por lo que el héroe hizo, a qué daba valor, qué desdeñaba. En Edmundo la soberbia era inferior a la desconfianza. No tenía ninguna fe en que su propia excelencia pudiera defenderle de los embates de los hombres, resarcir a su madre, darle a él la libertad. ¿Habría llegado a tenerla si hubieran sido otros los hechos sucedidos? Y esta pregunta, ¿qué fantasía nos calma?

Aquel noviembre, habiendo ya adquirido cierta seguridad en Décima, comenzó a buscar un piso para irse de casa de su madre junto con un piso secreto, un domicilio al margen. Empezó también a trabajar en el diseño de un empleo clandestino: cómo sería ese empleo, qué tendría que hacer y para quién, pues el porqué ya lo sabía. El soberbio cree que se basta a sí mismo, cree que su valor, su precio en el mercado, proviene del dominio de una habilidad, de una profesión o de un conjunto de facultades.

El soberbio semeja al periodista que piensa que es su aptitud para encontrar y referir noticias lo que le hace periodista y no el medio en que trabaja, y piensa que una noticia escrita por él en un periódico de un pueblo vale tanto como esa noticia escrita por otro periodista menos hábil en un periódico de difusión nacional. Semeja al biólogo y al pintor que piensan que es su inteligencia y su habilidad para el dibujo lo que les hace buenos y que son buenos al margen de sus laboratorios, sus galeristas, su momento histórico, sus relaciones sociales. Edmundo había aprendido que las relaciones sociales se miden por metros de garaje con telares abandonados, como también sabía que la inteligencia, el arte o la competencia profesional no eran un pájaro, no venían a posarse sobre los individuos para que al fin en un laboratorio médico contratasen precisamente al individuo que tenía el pájaro de ser competente, útil, imaginativo. No le necesitaban a él sino a uno como él, y sería lo mismo en Décima como fue lo mismo en Matesa o con Jimena, o en el laboratorio, o en la Universidad de Navarra.



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