Lo que yo supe by Emilio Mola Vidal

Lo que yo supe by Emilio Mola Vidal

autor:Emilio Mola Vidal [Mola Vidal, Emilio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1940-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO X

Entre huelgas, un viaje en avión y una conferencia

Agitación sindical.—En los primeros días del mes de junio, una Comisión de jóvenes, que dijeron formar parte del Comité revolucionario de la «Federación Radical-Socialista», se avistaron con los elementos más destacados de la C. N. T. en Madrid, con objeto de solicitar el apoyo de todas las organizaciones obreras afectas a dicha entidad para la ejecución de un movimiento que, según manifestaron, tenía por fin inmediato la instauración de la República; para ello existía el propósito de declarar una huelga general, en la que tomaría parte la U. G. T., huelga que comenzaría pacífica, y a las pocas horas, doce todo lo más, adquiriría caracteres de gran violencia. Afirmaron los comisionados que, además de toda la masa obrera y militantes comunistas, contaban con un crecido número de jefes y oficiales del Ejército.

Pretendió la referida Comisión que la Regional de la C. N. T. designase un delegado con amplios poderes para formar parte del Comité revolucionario; mas como los componentes de ésta, por acuerdo en un «Pleno» que poco antes tuvo lugar, tenían prohibido celebrar pactos con elementos políticos, cualesquiera que fuesen su filiación y propósitos, sin antes consultar con el Comité Nacional para que a su vez lo hiciera a todos los Regionales, contestaron que se hallaban en la imposibilidad de complacerles, y que, por tratarse de un asunto de tal trascendencia, era conveniente se dirigieran al citado Comité, que era el único con facultades para tomar en consideración la propuesta.

Según mis informes, los directores en Madrid del Sindicato Único estimaron poco viables y hasta descabellados los propósitos de los que se decían representantes de la Federación Radical-Socialista, tanto más cuanto que contaban como elemento principal de fuerza con la U. G. T., poco de fiar en un movimiento de dicha índole, por lo bien que iban en el machito con la Monarquía: sus cabezas principales disfrutando de envidiables prebendas y los más modestos militantes manejando a su antojo los conflictos sociales desde los retribuidos cargos de los Comités paritarios, creados por la Dictadura exclusivamente para ellos.

A los anarcosindicalistas, pese a las activas propagandas de Nicasio Álvarez de Sotomayor, espíritu por demás inquieto, les parecía mejor, mucho mejor, la táctica de agitación sindical iniciada en todo el territorio nacional, que hacía ir al Gobierno de cabeza, con lo cual nada tenían que agradecer a otras organizaciones, ya sociales, ya políticas, que al fin y al cabo, sobre no ser de su ideología, los dejarían abandonados, cuando les conviniera.

—A los anarcosindicalistas —decía uno de ellos— ¿qué nos importa que haya Monarquía o República? A nosotros lo único que nos interesa es que desaparezca el odioso régimen burgués; que el Estado deje de ser un tutor del hombre trabajador, libre y consciente, que en la actualidad se encuentra bajo la coacción constante de unos tricornios armados de mausers, y de lo que es todavía más temible, de unos asalariados que bajo el ridículo disfraz de unas severas togas ocultan el inhumano Código penal,



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