Contra el bienalismo by Fernando Castro Flórez

Contra el bienalismo by Fernando Castro Flórez

autor:Fernando Castro Flórez
La lengua: spa
Format: epub
editor: Ediciones Akal, S. A.
publicado: 2017-11-20T00:00:00+00:00


Más allá de lo declaradamente truculento, prolifera una estética glamurosa que incluye toques melodramáticos; en una fotografía de Sam Taylor-Wood vemos a Kate Moss, de pie ante el porche de una iglesia, con un velo y la mirada dirigida al cielo como una madonna mística deja caer una lágrima por el borde de uno de sus ojos. Cuando Barbara Kruger colocó la gigantesca foto de un niño tomando el biberón con la siguiente pregunta, inscrita con letras de molde '¿Quién escribirá la historia de las lágrimas?' no estaba esperando la escritura de Barthes ni la de Derrida, aunque tampoco hacía ascos a toda la retórica proliferante de la teoría como camuflaje oportuno. Las preguntas capciosas y las perogrulladas, las consignas del radicalismo artístico y las reconstrucciones de la crítica institucional, ocupan, con toda tranquilidad, el espacio de la neutralización. Toda la pretenciosidad programática del posmodernismo, generando una textualidad descomunal precisamente cuando sólo tendrían viabilidad los petit recits, tiene algo de ridículo, aunque, evidentemente, esa máscara de 'rigor' ( mortis me atrevo a apostillar) no debe ser levantada so pena de poner en entredicho todo el montaje poscrítico. Dalí ofrecía, en un anuncio malvado, un medicamento que disiparía la melancolía y también la estupidez prosaica que asociaba al arte abstracto [43] : unas lágrimas 'milagrosas' que ojalá fueran el antídoto al patetismo extemporáneo que nos inunda como un tsunami. No es fácil tratar las patologías mediáticas [44] ni poner límites a esa inducción a la espontaneidad que domina hoy el discurso de la televisión. El cinismo y la pasión [45] actuales generan, con prisa y sin pausa, mierda y, todo hay que decirlo, no siempre es de artista.

Hipnosis de lo real

Godard afirma que no se trata de mostrar las cosas verdaderas, sino de mostrar cómo son verdaderamente las cosas, retomando a Brecht que en 1935 nombraba las cinco dificultades para decir la ver dad: la inteligencia de al fidelidad, la moral de lo trágico, el sentimiento de urgencia, la voluntad de experiencia y el coraje de santidad. Ser realista en el arte implica, para el autor de Madre coraje, ser realista también fuera del arte. La pasión de lo real persiste en el arte contemporáneo tras aquella búsqueda (surrealista y en general propia de las vanguardias) de una 'belleza convulsa'; nuestro 'desobramiento' puede que no sea otra cosa que una continuación del pensamiento materialista y afortunadamente ateo que llevó, entre otras cosas, a una desacralización de la obra de arte e incluso a una descomposición de la idea romántica del artista [46]. Una época marcada por la biopolítica del miedo [47], en la que las ideologías, según declaran voceros autorizados, han 'finalizado', algunos procesos plásticos intentan dar cuenta de la vida precaria, reconsiderando el sentido de la comunidad pero a partir de la dimensión frágil de la corporalidad.

El asco que produce un artista cuya práctica le ha conducido a la degradación y a la fealdad se transforma en irritación cuando descubrimos que su arte carece de mérito: es mera consecuencia de



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