Lo que desea una mujer by Susan Stephens

Lo que desea una mujer by Susan Stephens

autor:Susan Stephens
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2015-10-14T22:00:00+00:00


Capítulo 10

Regla número uno: harás exactamente lo que te diga. Regla número dos: no perderás el control hasta que yo te lo diga.

¿Reglas…? Los ojos le echaban chiribitas ante la idea de llegar al clímax. Si esas eran sus reglas, las firmaba en ese momento.

—Solo cuando yo te lo diga —repitió él como si supiera lo que estaba pensando— . Es posible que no sea tan fácil como te imaginas.

—Me arriesgaré.

Él sabía que ella estaba al límite y que no necesitaría mucho… estímulo.

—No lo pienses. Piensa en otra cosa.

—Pero ¿cómo voy a…?

—¿Contenerte? Será fácil si piensas que no volveré a acariciarte si no te contienes.

Ella asintió con la cabeza.

—Haz lo que te digo y el placer durará todo lo que quieras. Si me desobedeces, pararé inmediatamente.

—Te obedeceré solo en esto —le aclaró ella.

—Y encantada, diría yo —murmuró Roman con una sonrisa sexy— . En cuanto a lo demás, ya lo veremos —añadió él con una mirada sombría e irresistible.

Roman era el director y ella la orquesta que había elegido. El anhelo había alcanzado el punto de ebullición dentro de ella y no tenía ganas de discutir.

—Acepto tus condiciones.

—Somos adultos y todo el mundo está en la boda. Puedes ser todo lo ruidosa y desinhibida que quieras.

Ella asintió con la cabeza como si lo entendiera, pero estaba preguntándose si Roman era siempre tan… calculador, no se le ocurrió otra palabra. ¿Era incapaz de sentir? Se había imaginado que su primera experiencia sexual de verdad sería muy distinta. Se había imaginado un encuentro romántico con un hombre normal, no con un atleta sexual. ¿Era eso lo que quería?

Mientras lo pensaba, él la abrazaba levemente y su mano acabó casualmente en la cadena que llevaba al cuello. Se apartó un poco para mirarla, pero él le apartó la mano. No quería que la tocara, pero ¿por qué? ¿Tenía que saberlo todo sobre él? ¿Qué quería sacar de todo eso? ¿Acaso no era que él tenía la experiencia y que no podía ofrecerle nada más que placer? No estaba mal. ¿Acaso ella era una experta en corresponder al cariño normal de las personas? Los dos tenían límites que no querían cruzar…

—¿Todavía eres virgen?

—¿Qué?

Ella se quedó atónita por la repentina pregunta.

—Es posible que no seas virgen —siguió él pensativamente— , pero casi…

Ella se rio como si lo supiese todo sobre ese asunto.

—¿Cómo se puede ser casi virgen? Lo eres o no lo eres.

—Deberías habérmelo dicho —replicó Roman apartándose.

—¿Qué iba a decirte? —preguntó ella en tono defensivo— . Puedo imaginarme la conversación.

—¿Qué tiene de complicado decir la verdad? —insistió él con el ceño fruncido.

Ella no pudo contestar y él, al cabo de un rato, se encogió de hombros y volvió al tomarla entre los brazos. Ella no esperó, no quería más preguntas ni explicaciones, solo quería que la acariciara. Cuando lo hizo, ella alcanzó un clímax tan ruidoso que, probablemente, la oyeron en el pueblo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.