Lo bueno del amor (no correspondido) by Becky Albertalli

Lo bueno del amor (no correspondido) by Becky Albertalli

autor:Becky Albertalli [Albertalli, Becky]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2017-08-31T16:00:00+00:00


15

Como era de esperar, Cassie aparece para cenar como si no hubiera pasado nada, como si el altercado con Nadine nunca hubiera tenido lugar. Como si no hubiera montado un numerito por la posibilidad de desperdiciar el domingo conmigo. Y casi me dan ganas de no dirigirle la palabra, aunque a ella le traería sin cuidado. En esos casos, suele dedicarme una mirada de desprecio doblemente silenciosa y al final soy yo quien acaba disculpándose. Es obvio que sería mejor que lo olvidara y ya está.

Ojalá se me diera mejor olvidar.

Nos sentamos alrededor de la mesa y Cassie coloca a Xav en su trona. Mi abuela y mis madres están tan metidas en su conversación que es como si no nos vieran.

—No sé —dice Nadine con un encogimiento de hombros leve y tenso—. Ella me dijo que no podía. —Se sirve un vaso de vino y se lo bebe como si fuera limonada.

Uy, Nadine, madre mía.

—Bueno, a lo mejor es por el dinero… —comenta Patty.

—O porque es una gilipollas homófoba.

—¿Quién es una gilipollas homófoba? —pregunto.

Las tres se quedan mirándome sobresaltadas.

—Ay, cielo, perdona —se disculpa Patty, y le lanza una mirada rápida a Nadine—. No deberíamos hablar de esto durante la cena.

—¿Necesitáis que le dé una paliza a alguien? —inquiero.

Cassie hace una mueca.

—Habláis de la tía Karen, ¿verdad?

—Sí —asiente Nadine.

—Claro, no me sorprende. —Cassie pone los ojos en blanco.

—¿No viene a la boda? —pregunto.

Patty aprieta los labios.

—Bueno, es que está… En fin, Karen es así.

Es curioso: Nadine y mi tía Karen estaban muy unidas de pequeñas, mucho más que Nadine y mi tío Albert, el padre de Abby. Karen nunca se ha casado y no tiene hijos humanos, así que cuida de cuatro perros de acogida. Pero, a pesar de que Nadine y Karen hablan todas las semanas y de que vive en Annapolis, Cassie y yo solo la hemos visto en persona unas pocas veces. Siempre que ha venido, Patty estaba trabajando. En cierto modo, es como si Patty no existiera para ella.

En otras palabras: una gilipollas homófoba.

—Ay, Dios mío. Qué pena me da todo esto —se lamenta mi abuela. Coge el tenedor y lo agita en el aire—. Love is love!

Cassie resopla.

—Gracias, abu.

—Os lo digo de verdad: la vida es muy corta para tanta tontería.

—Brindo por ello —dice Nadine, y se ventila otro vaso.



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